"...el domingo representa el aburrimiento
y los seis días de la semana, la miseria"
"llegué tarde a muchas cosas. Que es algo que recomiendo mucho: recomiendo mucho llegar tarde. Fui como Don Fulgencio, fui muy viejo –muy muy viejo– entre los 10 y los 28. Agoté la vejez entre los 10 y los 28 y a partir de los 28, 30 decidí que iba a involucionar vertiginosamente" [Alan Pauls]
El punto es que últimamente me veo tratando de acortar distancias con las nuevas generaciones: frecuento círculos de gente menor que yo y trato de decirme a mi misma que no importa la edad que acuse el documento, sino la edad con que me califico a mí misma (y si contamos en base a mi desarrollo emocional, soy prácticamente púber), que el resto son prejuicios, etc, etc. Es evidente que mi poder de autoconvencimiento es bastante pobre, si no, no estaría escribiendo estas reflexiones.
Me pregunto adónde se fueron mis 20 y pico: en qué invertí esos años, qué debería haber hecho con ellos. Tantos libros quemados en la hoguera de las vanidades, tanta tarde invertida en quimeras, tanta cobardía. Me pregunto si mi andar errático cobrará sentido algún día, ante alguna clarividencia final. Citando a Auster: "Se preguntaba qué aspecto tendría el mapa de todos los pasos que había dado en su vida y qué palabra se escribiría con ellos"
Oh si, ver el mundo a través de una membrana lo suficientemente gruesa como para saberme recluida fuera de él, escuchar mi propia voz resonando en mis oídos como si no estuviera saliendo de mi propia boca. Las ganas de reír sin motivo, reírme de todos y de mi misma, con esa especie de goce secreto de pensar que nadie lo entendería, aunque nadie lo sabrá. Mirar a los ojos, sin prejuicios, sin reparos. No medir, ni controlar, ni desmenuzar. Nirvana.
Salud!