miércoles, 29 de julio de 2009

Martes

Oh no, necesito hablar con alguien, necesito hablar con alguien, necesito hablar con algo, necesito, necesito.
Un beso por Kabul. Sensaciones encontradas. Hoy me siento un poco asqueada e incierta, no sé cómo continúa esto. Nunca supe.
Sólo quiero ser fiel a mí misma.

viernes, 17 de julio de 2009

Acerca del éxito

Me pregunto por qué siempre me desagradó la idea del éxito. Siempre me sentí al margen de esas nociones tan blanquinegras, de esas dicotomías ganador-perdedor, como si me pudiera plantar por encima de eso, mirar hacia abajo y reirme de todo. Y recién ahora me desayuno con esta sensación: NO PUEDO. Soy un engranaje más en esta maquinaria y, mientras lo sea, ganar y perder nunca van a estar en el mismo plano.
Nadie me enseño a ganar, a desear ganar, a tener hambre de gloria (puaj) y ahora siento como si hubiese recibido una inspiración profética del más allá: es importante ganar! La experiencia de ganar te fortalece, extiende tus fronteras, te demuestra que se puede hacer algo más con esta masa de tiempo amorfo que te fue concedido. No se trata de ganar para ser mejor que otro, es ganar para ser mejor uno mismo. Y yo acá, esperando como una pobrecita al costado del camino que alguien me convide con una migaja de su éxito, sólo porque soy tan superior que me rehúso a jugar el juego. Dios, que alguien me golpee por favor!
Seguramente esto es uno de esos efectos colaterales de mi crianza cristiana (toda esas ideas sobre los últimos serán los primeros, bienaventurados los pobres en espíritu, etc, etc). Moral mal aprendida. Es necesario ganar, es importante pelear por lo que uno quiere, no todas las fichas del rompecabezas caen en el lugar indicado porque las guía la mano mágica del libre mercado!
Yo nunca quise nada para mí, nunca peleé por nada ni por nadie, siempre confié en que "tiempo y ocasión acontecen a todos". Ingenua.
No sé para qué escribo todo esto, pero la revelación me llegó como una cachetada y tenía que vomitar un poco.

"If you want something in life, reach and grab it"

miércoles, 8 de julio de 2009

Sebastián y los muros esenciales



Ella me dice Sebastián cuando quiere poner distancia. No funciona, porque su voz pronunciando mi nombre sólo me despierta a la única imagen que conozco de ella.
Se sienta en el suelo y lee, cruzadas las piernas sobre el imaginario tatami. Me dice: "Eso no está bien, Sebastián" y sé que alarga mi nombre al pronunciarlo porque le produce placer, un placer irritante. Dice que quiere recuperar el tiempo perdido, que quizás es la chica de 20 años la que habla conmigo ahora. Le digo que puedo ser el joven llamado cuervo, si quiere. O el muchacho de Kafka en la orilla del mar. "No importa cómo ordenes tu colección de metáforas, siempre serán sólo espejitos de colores", me dice. Pero, en realidad, se lo dice a sí misma.
Aunque proteste, sé que le agrada mi compañía. Porque no modifico su esencia. Acostumbrada a estar sola (hija única, padres muy mayores), no conoce ni entiende lo que significa compartir el tiempo con otros. Siempre se siente modificada ante la presencia de los demás. Observada, como si fuese parte de un experimento. Y pronto se queda sin respuesta. Pero conmigo, no. Porque soy un apéndice de su persona.
- La gente sola me asusta, Sebastián. Hay un arrastrar los pies, un gesto artificial de entereza, un mirar hacia adelante con fingida esperanza. Es algo noble, pero profundamente triste. La gente no es sola porque las circunstancias así lo determinen. La gente es sola porque tiene sus ojos vueltos hacia el interior. Y allí dentro, todos estamos solos.