domingo, 8 de noviembre de 2009

Fluir de la conciencia


"...el domingo representa el aburrimiento
y los seis días de la semana, la miseria"
(Arthur Schopenhauer)
Cómo odio las tardes de domingo. Hasta el mediodía estoy bien, sobre todo si el día está soleado. Paseo por el barrio y lo veo reluciente, arbolado, como el escondite perfecto para quien no tiene ganas de hacer una gran vida. Me alegro de estar en casa, con mis padres. La comida, la pequeña conversación, la siesta. Y después de eso, viene el tedio. Profundo, como un desgarro interior. No tengo ganas de hacer nada, pero tampoco quiero estar haciendo nada. Me siento como drogada de fracaso y tedio. Así que pienso.
Pienso en el mail de G, qué se puede esperar de alguien que se presenta a sí mismo diciendo, "Hola, me llamo G y soy romántico"? Terror. Le contesto con sinceridad, diciendo que no soy muy emotiva y que pienso demasiado. Hace caso omiso de mis comentarios y empieza a relatar que hizo tal o cual negocio, vendió esto o aquello, que tiene un capital para invertir en algo y que juega al ajedrez los viernes. Ya no tengo ganas de escribirle. Tengo ganas de burlarme de él. Quizás lo haga. Un poco de ironía no le hace mal a nadie.
También está E, que quiere (volver a) ser mi amigo en fb. Le pregunto para qué quiere (volver a) ser mi amigo en fb. Responde cualquier cosa. Tengo paciencia con él, le pregunto qué hizo de su vida en este tiempo. Responde otra cosa y agrega unos cuantos jajas. Qué hice yo para merecer esto?, diría Carmen Maura.
Cómo quiero a Carmen Maura. Pedro Almodovar no sería nadie sin ella. Pienso en Carmen preparando el gazpacho con somníferos para Iván. O en su cara de ama de casa resignada y lúcida, como si lo entendiera todo de la vida.
¿Cómo saber si uno está viviendo realmente o sólo está matando el tiempo?




No hay comentarios: