tag:blogger.com,1999:blog-78754440523813507962024-03-13T13:01:14.755-03:00Tedios mortalesSeré siempre la que esperó a que le abrieran la puerta, junto a un muro sin puertaNina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.comBlogger106125tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-45217886661211203622020-08-31T00:09:00.000-03:002020-08-31T00:09:11.973-03:00Recuerdos de Ana<p> </p><p style="text-align: justify;">Conocí a Ana en el Conservatorio, las dos estudiábamos piano y nos habremos cruzado en alguna clase de materias que ya no recuerdo. Ana siempre tuvo una personalidad un poco nerviosa, desordenada, algo tímida pero determinada. Era muy bajita, imposible adivinar su edad (algunos años mayor que yo) y tenía un rostro que a veces pasaba por tener algún retraso leve, algo que descarté luego de conocerla. Con ella transcurrimos muchos años en el Conservatorio, toda nuestra adolescencia iniciática. Al enterarme hace unos días de su fallecimiento, empecé a recordar esa época tan lejana que ya parece otra vida. Ana siempre supo que la música sería su eje y le dedicó su vida, como docente y eterna estudiante. Pasó por muchos contratiempos, el dinero no le alcanzaba para vivir sola y tuvo que volver a vivir con su madre. Tenía una salud un poco frágil, perdía la voz constantemente y hace unos años tuvo un episodio médico complicado que ya no recuerdo bien, una especie de desmayo sin explicación. Sólo recuerdo que cuando lo conté en mi casa, mi viejo preguntó si Ana se drogaba. Obvio que no. Ana tuvo una vida bastante monástica, no era particularmente atractiva y sus maneras nerviosas eran un poco desalentadoras. Además, si bien tenía curiosidad por las relaciones de pareja, y me consta que intentó conocer hombres y salió con algunos en varias etapas de su vida, creo que tenía miedo de la carnalidad. Parecía querer preservarse, no cruzar cierta línea. Ahora que lo recuerdo, tenía la certeza de que no podría tener hijos (aunque nunca le pregunté por qué). Aún en su relativa soledad, siempre me impresionó su voluntad para superarse. Hacía cursos de todo tipo, asistía a clubes de cine sin conocer a nadie, se sumó a un coro, hizo teatro. Buscaba un lugar de pertenencia. Después de que dejé el Conservatorio seguimos viéndonos periódicamente por un tiempo, aunque ya no teníamos mucho en común. Recuerdo que solíamos juntarnos a tomar un café y ella se despachaba largamente hablando acerca de su trabajo como docente, quejándose de los otros docentes, de los alumnos incontrolables, etc. Yo asistía al monólogo sin decir demasiado. Cuando era mi turno de hablar, en respuesta a la pregunta. "y vos cómo estás", siempre decía lo mismo: bien, trabajando, como siempre. A veces me parecía que verla era una especie de homenaje a los viejos tiempos y nada más, ninguna de las dos obtenía demasiado de nuestros intercambios, pero de alguna manera quise seguir viéndola porque ella parecía necesitar esas salidas. Siempre firme en su propósito de mantener su vida poblada de personas y asuntos. En los últimos años nos vimos muy poco, mayormente intercambiábamos mensajes que se reducían a un "hola cómo estás" de su parte, seguido de un "todo bien Ani, vos qué contás" de mi parte y luego algún comentario más o silencio. El mismo episodio se repetía una vez por mes o cada varios meses. Siempre por su iniciativa. Justo antes de su fallecimiento, volvimos a hablar. Esta vez decidí contarle que estaba de novia, para tener algo de qué hablar, pero con temor de que esto la pusiera triste o la hiciera sentirse más sola. Me dijo que qué bien, qué bueno que resultó esa relación (conocí a Leandro en una app de citas). La conversación quedó en eso y al otro día ella la retomó preguntándome si él era bueno y si estaba contenta. Le dije que sí era bueno y sí estaba contenta, pero que lo conocía hace poco. Eso fue lo último que nos dijimos. Días después me enteré de casualidad de que había muerto. Tuvo una embolia pulmonar que le ocasionó un paro cardíaco. En plena pandemia, nadie pudo despedirse de ella. Al enterarme y volviendo sobre los pasos de nuestra amistad, pensé en esa vez que me quedé a dormir en su casa después de un concierto que terminó tarde y charlando le dije que sentía que la vida de todos quienes conocíamos cambiaba, pero las nuestras seguían siempre igual, sin mayores contratiempos ni grandes emociones. Hasta ese momento yo no había roto el cascarón. Creo que Ana tampoco rompió el suyo, pero vivió en él con entusiasmo y optimismo. </p>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-20056230518863572502020-02-29T13:13:00.001-03:002020-02-29T13:13:42.625-03:00Aventura<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Alice Hindman, una mujer que tenía veintisiete años cuando George Willard era penas un niño, había vivido en Winesburg toda su vida. Trabajaba de empleada en la tienda de telas de Winney y vivía con su madre, que se había casado por segunda vez.</div>
<div style="text-align: justify;">
El padrastro de Alice era pintor de carruajes y alcohólico. Su historia es bastante curiosa. Algún día valdría la pena contarla. </div>
<div style="text-align: justify;">
A los veintisiete Alice era alta y algo delgada. Su cabeza era grande y eclipsaba el resto de su cuerpo. Sus hombros estaban un poquito encorvados, y tenía el pelo y los ojos marrones. Era tranquila, pero por debajo de aquel exterior plácido hervía un fermento que no cesaba.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando era una muchacha de dieciséis años, y antes de comenzar a trabajar en la tienda, Alice tuvo una aventura con un joven. El joven, llamada Ned Currie, era empleado del Winesburg Eagle, y por un tiempo había visto a Alice casi todas las noches. Caminaban juntos bajo los árboles del pueblo y conversaban de lo que irían a hacer con sus vidas. En ese entonces Alice era bonita y Ned Currie la tomaba entre sus brazos y la besaba. Se entusiasmaba y decía cosas que no quería decir, y Alice, traicionada por el deseo de que algo hermoso embelleciera su vida más bien chata, se entusiasmaba igual que él. Ella también hablaba. La corteza exterior de su vida, toda su reserva y timidez natural, desaparecían y ella se entregaba a las emociones del amor. Más tarde en el otoño de aquel año, Ned Currie se fue a Cleveland, donde ansiaba conseguir un puesto en el periódico de la ciudad y progresar en la vida, y ella quiso ir con él. Con voz temblorosa le dijo lo que había pensado. "Trabajaré, y tu puedes trabajar", dijo. "No quiero cargarte con un gasto inútil que te dificulte progresar. No te cases conmigo ahora. Nos las arreglaremos sin eso y estaremos juntos. Aunque vivamos en la misma casa, nadie dirá nada. En la ciudad seremos unos desconocidos y la gente no nos prestará atención."</div>
<div style="text-align: justify;">
Ned Currie se quedó asombrado ante la determinación y la entrega de su enamorada, y también muy conmovido. Había querido que la muchacha fuera su amante, pero en ese momento cambió de opinión. <i>Quería protegerla y cuidarla</i>. "No sabes lo que estás diciendo", dijo cortante. "De algo puedes estar segura, no te dejaré hacer lo que dices. Volveré no bien consiga un buen trabajo. Mientras tanto, debes permanecer aquí. Es lo único que podemos hacer".</div>
<div style="text-align: justify;">
La noche antes de abandonar Winesburg para empezar su nueva vida en la ciudad, Ned Currie fue a ver a Alice. Caminaron un rato por las calles y luego alquilaron un carruaje del establo de Wesley Moyer y fueron a dar una vuelta por el campo. Salió la luna y ninguno de los dos podía hablar. En medio de aquella tristeza el joven olvidó las resoluciones que había tomado en cuanto a su comportamiento con la chica.</div>
<div style="text-align: justify;">
Salieron del carruaje en un extenso prado que bajaba hasta la orilla del arroyo Wine y allí, bajo la luz tenue, se hicieron amantes. A medianoche, cuando volvieron al pueblo, era felices. Sentían que nada podría empañar en el futuro la belleza de lo que acababa de ocurrir. "Ahora tendremos que estar juntos. Pase lo que pase, tendremos que estar juntos", dijo Ned Currie antes de dejar a la muchacha en la puerta de la casa de su padre.</div>
<div style="text-align: justify;">
El joven periodista no consiguió trabajo en ningún periódico de Cleveland y fue al oeste, hacia Chicago. Durante un tiempo se sintió solo y le escribió a Alice casi todos los días. Luego lo atrapó la vida de la ciudad; hizo nuevos amigos y encontró nuevos intereses en la vida. En Chicago se alojó en una casa en la que había varias mujeres. Una de ellas atrajo su atención y olvidó a Alice en Winesburg. A fines de ese año ya había dejado de escribir cartas, y solamente pensaba en ella muy de vez en cuando, cuando se sentía solo o cuando iba a algún parque de la ciudad y veía la luna brilla sobre el césped igual que aquella noche en el prado junto al arroyo Wine.</div>
<div style="text-align: justify;">
En Winesburg, la muchacha que había sido amada se convirtió en mujer. Cuando cumplió veintidós años, su padre, dueño de una tienda de reparaciones de arneses, murió de pronto. El constructor de arneses era un viejo soldado, y después de unos pocos su mujer recibió una pensión por viudez. Usó el primer dinero en comprar un telar y se hizo tejedora de alfombras. Alice consiguió un puesto en la tienda de Winney. Por algunos años nada podría haberle hecho creer que Ned Currie no volvería a ella.</div>
<div style="text-align: justify;">
Le ponía feliz estar empleada, porque la rutina diaria de trabajo en la tienda hacía que la espera pareciera menos larga y aburrida. Comenzó a ahorrar dinero creyendo que, cuando tuviera doscientos o trescientos dólares, seguiría a su amante hasta la cuidad y vería si con su presencia recuperaba su afecto. </div>
<div style="text-align: justify;">
Alice no culpaba a Ned Currie por lo ocurrido bajo la luz de la luna en el prado, pero sentía que nunca iba a poder casarse con otro hombre. La idea de darle a otro lo que aún sentía que le pertenecía solo a Ned le parecía monstruosa. Cuando otro joven intentaba llamar su atención, ella no quería tener nada que ver con ellos. "Soy su esposa y seguiré siéndolo, vuelva o no vuelva", susurraba para sí, y pese a todos sus deseos de mantenerse y afrontar sus gastos, no habría podido entender la idea moderna que crecía cada vez más entre la gente, aquella de que las mujeres son dueñas de sí mismas y pueden perseguir sus propios fines.</div>
<div style="text-align: justify;">
Alice trabajaba en la tienda de telas de ocho de la mañana a seis de la tarde, y tres noches a la semana volvía a la tienda para quedarse allí de siete a nueve. A medida que fue pasando el tiempo y ella se volvió más y más solitaria, comenzó a adquirir las manías típicas de la gente sola. Cuando subía de noche a su habitación se arrodillaba a rezar en el suelo, y en sus plegarias susurraba las cosas que quería decirle a su amante. Le tomó cariño a ciertos objetos inanimados, y como eran suyos no permitía que nadie tocara los muebles de su habitación. La costumbre de ahorrar dinero, que había empezado con un fin, continuó incluso después de abandonar el plan de ir a la ciudad a encontrar a Ned Currie. Se le volvió un hábito, y cuando necesitaba ropa nueva no se la compraba. A veces, en las tardes lluviosas que pasaba en la tienda, tomaba su libreta de ahorros y la dejaba abierta frente a sus ojos. Pasaba horas soñando sueños imposibles sobre cómo ahorraría el dinero suficiente como para que ella y su futuro marido pudieran vivir de los intereses.</div>
<div style="text-align: justify;">
"A Ned siempre le gustó viajar", pensaba. "Le daré esa oportunidad. Algún día, cuando estemos casados y yo pueda ahorrar tanto mi dinero como el suyo, seremos ricos. Viajaremos por todo el mundo".</div>
<div style="text-align: justify;">
En la tienda de telas las semanas se convertían en meses y los meses en años, y Alice esperaba y soñaba que su amante volvía por ella. Su empleador, un anciano gris con dientes falsos y un delgado bigote gris que pendía sobre su boca, no era muy dado a la conversación, y a veces, en los días lluviosos y en invierno, cuando alguna tormenta arrasaba Main Street, pasaban largas horas sin que entrara un solo cliente. Alice acomodaba y volvía a acomodar el stock. Se paraba cerca de la vidriera, desde donde podía mirar la calle desierta y pensaba en las noches en que había caminado con Ned Currie y en las cosas que él había dicho. Los ojos se le llenaban de lágrimas. A veces, cuando su empleador se iba y se quedaba sola, apoyaba la cabeza sobre el mostrador y sollozaba. "Oh, Ned, sigo esperándote", susurraba una y otra vez, y todo el tiempo crecía el miedo de que él no regresara nunca.</div>
<div style="text-align: justify;">
En la primavera, cuando las lluvias han pasado y antes de que lleguen los calurosos días de verano, el campo en los alrededores de Winesburg es delicioso. El pueblo yace en medio de campos abiertos, y detrás de los campos hay hermosas extensiones de tierras boscosas. En aquellos sitios hay muchos rincones tranquilos donde los amantes van a sentarse las tardes de domingo. Miran los campos entre los árboles y ven a los granjeros trabajando en los graneros, o a la gente yendo y viniendo por los caminos. En el pueblo suenan las campanas y algún tren que pasa ocasionalmente parece un juguete a la distancia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Varios años después de que Ned Currie se fuera, Alice seguía sin ir al bosque con otro joven, pero un día, cuando habían pasado dos o tres años de su partida y cuando su soledad parecía insoportable, se puso su mejor vestido y salió. Encontró un lugar resguardado desde donde podía ver el pueblo y una larga extensión de los campos, y tomó asiento. El miedo a envejecer y transformar su vida en algo vano se apoderó de ella. Como no podía mantenerse quieta, se puso de pie y contempló los campos. Algo, tal vez la intuición de que la vida es incesante, como se ve en el lujo de las estaciones, la hizo pensar en el pasar de los años. Con un escalofrío comprendió que sus años de belleza y frescura ya se habían ido. <i>Por primera vez sintió que había sido engañada. </i>No culpó a Ned Currie, pero no sabía a quién culpar. La invadió la tristeza. Cayó de rodillas e intentó rezar, pero en lugar de plegarias de sus labios brotaron palabras de protesta. "Nunca vendrá. Nunca encontraré la felicidad. ¿Por qué me miento?", exclamó, y una extraña sensación de alivio llegó con esas palabras, con ese primer y valiente intento de enfrentar el miedo que se había vuelto parte de su vida cotidiana. </div>
<div style="text-align: justify;">
En el año en que Alice Hindman cumplió veinticinco pasaron dos cosas que alteraron el vacío y monótono transcurrir de sus días. Su madre se casó con Bush Milton, el pintor de carruajes de Winesburg, y ella se hizo miembro de la iglesia metodista de Winesburg. Se unió a la iglesia porque tenía miedo de confinarse a aquel lugar solitario que parecía depararle la vida. El segundo casamiento de su madre había intensificado su aislamiento. "Estoy volviéndome vieja y maniática. Si Ned viene no me querrá. En la ciudad en la que vive, los hombres son por siempre jóvenes. Sucede tanto a su alrededor que no tienen tiempo de envejecer", se dijo con una sonrisa triste, y tomó la decisión de empezar a conocer gente nueva. Cada jueves por la noche, cuando cerraba la tienda, Alice asistía a un grupo de oración en el sótano de la iglesia, y los domingos por la tarde a las reuniones de una organización llamada la Liga Epworth.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando Will Hurley, un hombre de mediana edad que era empleado en una farmacia y que también pertenecía a la iglesia, le ofreció acompañarla a casa, ella no protestó. "Por supuesto, no dejaré que se le haga costumbre estar conmigo, pero si vienen a verme solo de vez en cuando no pasará nada grave", se dijo, todavía determina a ser leal a Ned Currie.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sin darse cuenta, Alice estaba intentando, débilmente al principio, pero con determinación creciente, rehacer su vida. Caminaba junto al empleado en silencio, pero a veces, cuando andaban por el camino, impasibles en la oscuridad, ella extendía su mano y acariciaba los pliegues del abrigo del hombre. Cuando él la dejaba en la puerta de la casa de madre, ella no entraba. Se quedaba unos momentos en la puerta. Quería llamar al empleado, pedirle que se sentara con ella en la oscuridad de la galería, pero tenía miedo de que él no fuera capaz de entenderla. "No es a él lo que quiero", se decía. "Quiero evitar pasar tanto tiempo sola. Si no tengo cuidado, perderé la costumbre de estar con gente".</div>
<div style="text-align: justify;">
A principio del otoño de sus veintisiete años se apoderó de ella una profunda ansiedad. No podía soportar la compañía del empleado, y había empezado a echarlo cuando se le acercaba para caminar con ella. Su mente se había vuelto incesantemente activa. Cuando volvía de su casa, agotada después de tantas horas detrás del mostrador de la tienda, se tiraba en la cama y no podía dormir. Con los ojos fijos miraba hacia la oscuridad. Su imaginación, como un niño que recién despierta de un largo sueño, jugueteaba por toda la habitación. <i>En lo más recóndito de su ser había algo que no se dejaba engañar por ninguna fantasía y que exigía que la vida al fin le diera una respuesta.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
Alice tomaba una almohada entre sus brazos y la sostenía con fuerza para que en la oscuridad pareciera una figura entre las sábanas, y arrodillada en el suelo, la acariciaba, le susurraba palabras una y otra vez, como en un estribillo.<i> "¿Por qué no ocurre algo? ¿Por qué me dejaron aquí sola?"</i>, murmuraba. Aunque a veces pensaba en Ned Currie, ya no dependía de él. Su deseo se había vuelto más vago. No quería a Ned Currie ni a ningún otro hombre. <i>Quería ser amada, quería que algo respondiera la llamada que crecía con más y más fuerza en su interior.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
Y entonces, una noche lluviosa, Alice tuvo una aventura. Eso la asustó y la confundió. Había vuelto de su casa de la tienda a las nueve y la encontró vacía. Bush Milton se había ido al pueblo; y su madre, a la casa de un vecino. Subió las escalares hasta su habitación y se desvistió en la oscuridad. Por un momento se quedó de pie junto a la ventana, escuchando los golpes de la lluvia contra el vidrio, y entonces un deseo extraño se apoderó de ella. Sin detenerse a pensar qué era lo que intentaba hacer, corrió escaleras abajo por la casa a oscuras y salió a la calle, bajo la lluvia. A medida que pasaban los minutos y que ella seguía de pie en el pequeño jardín, sintiendo la lluvia fría en el cuerpo, se apoderó de ella un deseo febril de correr desnuda por las calles.</div>
<div style="text-align: justify;">
Creyó que la lluvia tendría un efecto creador y maravilloso sobre su cuerpo. Hacía año que no se sentía tan llena de juventud y coraje. Quería correr y saltar, gritar, encontrar algún otro ser humano solitario y abrazarlo. Por la vereda de ladrillo frente a su casa pasó caminando un hombre. Alice comenzó a correr. Un ánimo salvaje, desesperado, la poseía. "Qué me importa quién sea. Está solo, y voy a ir hacia él", pensó. Sin ni siquiera detenerse a considerar los posibles resultados de su locura, gritó suavemente: "¡Espera! ¡No te vayas! Seas quien seas, espera".</div>
<div style="text-align: justify;">
El hombre, un anciano algo sordo, se detuvo a escucharla. Poniéndose la mano en la boca, gritó: "¿Qué? ¿Qué dices?".</div>
<div style="text-align: justify;">
Alice cayó desplomada al suelo y permaneció allí, temblando. Estaba tan aterrada frente a lo que había hecho que no se animó a ponerse de pie ni siquiera cuando el hombre ya se había ido, si no que se arrastró sobre sus manos y sus rodillas por el césped hacia la casa. Cuando llegó a su cuarto cerró la puerta con llave y la trabó con la mesa del vestidor. Su cuerpo se sacudía como si tuviera escalofríos y le temblaban tanto las manos que hasta tuvo problemas para ponerse el camisón. Cuando se metió en la cama enterró su rostro en la almohada y lloró sin consuelo. "¿Cuál es mi problema? Haré algo tremendo si no tengo cuidado", pensó, y volteando su cabeza hacia la pared, trató de afrontar con dignidad la idea de que mucha gente debe vivir y morir sola. incluso en Winesburg.</div>
~Sherwood Anderson~Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-82290174545434042482018-11-15T09:14:00.002-03:002018-11-15T09:14:43.892-03:00Invitación<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES">Luego de fallar otra vez con C, me fui a dormir
medio borracha y frustrada y soñé que se me caían los dientes. Prolijamente, 5
dientes. Yo estaba en un lugar extraño al que me habían mandado a hacer un
trabajo. Habían improvisado un escritorio en una especie de depósito, rodeado
de cajas, pero también prolijo en su desorden. Subí algunos pisos para inspeccionar el lugar, todo estaba medianamente ordenado. Luego llegó este hombre con patas
de demonio, gruesas como culo de botella, y me preguntó si estaba todo en
orden, le respondí profesionalmente que todo me parecía razonable hasta el
momento. Me dijo que al último piso sólo accedería a partir de las 10 de la noche
y descalza.<o:p></o:p></span></div>
<br />Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-2832690428076255992017-10-29T20:16:00.003-03:002017-10-29T20:19:27.464-03:00Silvina Elena<div style="text-align: justify;">
<br />
Le pregunté a Silvina Ocampo si A me quiere. Me dijo que 7, que en mi libro significa un sí perfecto. Le dije, Silvina, vos que estás muerta y conocés los penamientos de los hombres y sus fantasmas, ¿A me quiere? dijo que 7, dos veces. Le prometí entonces que, si tenía una hija, le iba a poner Silvina, Silvina Elena. Acaricié de nuevo las páginas del libro y lo abrí al azar en una página cuyo número sumaba 8. Interpreté que esto le había gustado mucho, porque el 8 es 7 más 1, más que perfecto.<br />
Sin embargo, A no me quiere, tía Silvina. Lo sé porque me lo dijo, no te hagas ilusiones, etc. No estoy convencida, y decido esperar. El <i>no</i> es una palabra tan ambigua, ¿qué significa? por el contrario, el número azaroso es siempre verdadero, todos saben que los números no mienten.<br />
Mientras tanto, espero en el pasillo mientras él busca sus cosas y toca mi mano y con eso me alcanza.<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-54825417592133921002017-10-29T19:39:00.002-03:002017-10-29T19:39:07.294-03:00Sueño<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Soñé que encontraba un gato gordo en la calle, era realmente peludo y
hermoso. Me acerqué y noté que era muy inteligente, parecía cantar. Luego me di
cuenta de que de hecho cantaba, pronunciando las palabras humanas un poco
torpemente. Desde ese momento quise quedármelo. Lo llevé dentro de una especie
de teatro que estaba enfrente y lo alcé, sosteniéndolo como a un niño que no
sabe caminar. Lo paseaba orgullosa, lo llevé hasta un lugar donde debía
encontrar sus documentos. Él se comportaba como un niño curioso. Sentía una
gran satisfacción con mi niño gato. Es la primera vez que experimento algo
cercano al deseo de ser madre.<o:p></o:p></div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-80310696181344688532017-08-16T15:22:00.003-03:002017-08-16T15:24:37.179-03:00Guam<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Había llegado el momento. Pasó mucho tiempo ese
día tamizando sus pensamientos para llegar a lo irreductible, pero sólo encontró
un ruido blanco, un telón de fondo que no dejaba entrever nada. Afuera, las
cosas parecían seguir con normalidad, excepto que no se veía a nadie en la
calle. Suponía que la gente ya se había ido y los pocos que hubieran quedado
estarían también pasando por algún ejercicio similar de meditación, tratando de
sacar algún significado a la suma de sus días que concluirían en éste. Le
sorprendía que en estos últimos momentos no hubiera tumultos, gente en las
calles culpando al gobierno o a dios, gritando, inmolándose o queriendo matar a
otros. Cualquier posibilidad parecía más lógica que esta calma imprevista, esta
salvaje resignación. Quizás, después de todo, sí había una conciencia en cada
una de estas personas, incluso en las más abyectas. O quizás sólo buscaran
apartarse y morir en soledad, como los gatos. Como si la muerte fuera algo
vergonzoso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<span lang="ES-AR">Tenía que hacer esa llamada antes de que se
interrumpiera el servicio telefónico. Las cosas estarían aún funcionando por azar,
suponía. Qué cosa extraña el funcionamiento del mundo. Hoy hasta había recibido
el diario. Instintivamente fue a buscar el horóscopo, como todos los días antes
de éste. No había horóscopo. Qué coherente, pensó.<o:p></o:p></span><br />
Antes de marcar, se puso a pensar una vez más
por qué estaba ahí, por qué había decidido quedarse sola en vez de reunirse con
ellos. Trató por última vez de entender algo, pero en su mente sólo había
recuerdos entrelazados, sentimentalismo barato y ninguna claridad. Es inútil,
se dijo, y llamó a sus padres. La conversación fue breve y tensa. Ellos no
entendían tampoco, sentían lástima.
Lástima por ella, lástima por ellos y por cada uno de los otros. No había nada
qué decir, el silencio sólo era interrumpido por llantos sofocados.</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Pensó luego en llamar a Alvaro, pero ya no
quedaban razones para hacer nada. Faltaba poco. Era el final y había sido un
privilegio conocer su hora con certeza. Se puso a meditar otra vez, rodeada de
un silencio aberrante. Acostumbró sus oídos al silencio, así como sus ojos a la
oscuridad de su interior. En el fondo escuchó algunos lamentos muy tenues.
Mejor así, esto es más humano, pensó. Era el final y estábamos separados y
llenos de recuerdos.<o:p></o:p></span></div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-75050625216324796682015-09-30T11:32:00.001-03:002015-09-30T11:32:40.936-03:00Basta, SofíaSolía hablar de su oveja Nena, mascota devenida en cena familiar. La Nena respondía a su nombre como si fuera un perro, se acercaba a la puerta para que la acariciaran ella y sus hermanos. Cuando el padre decidió que había llegado la hora de la Nena, ninguno de sus hermanos, ni tampoco ella, quisieron comer. Se sentaron ante sus platos humeantes, sin decir nada, sin entender cómo lo que antes pedía cariño y lo aceptaba humildemente como un niño, se había convertido en ese amasijo caliente, perfumando de bienestar la casa.<br />
Hoy en su casa no hay animales, sólo plantas, a las que dedica toda su atención. Su hora del día es el despuntar de la mañana, cuando todos duermen. Ella cuida de sus plantas, regándolas, moviendo la tierra, calculando su crecimiento. Un poco más de sol para esta, algo de sombra para aquella, abono para esta otra. Pasado el mediodía, el trabajo está terminado, el día merece acabar. A la hora de la siesta se desmorona de cansancio, su cuerpo dolorido, con sus huesos que delatan el paso de los años. Después, la tarde se hace larga. Nerviosa, muerde sus uñas, aunque ya casi no le quedan. Muerde entonces la piel que las rodea, sintiéndose avergonzada. De sus manos también, manchadas por la lavandina que usó irresponsablemente toda su vida. Irresponsablemente no, más bien sin cuidado de sí misma, sin pensarse nunca, sólo en el bienestar de su familia. Ese enjambre de adultos extraños, sobre todo la hija. El hijo había salido bastante bien, le había dado tres nietos. Ahora sufría porque la olvidaban y la hacían sentirse frágil. ¿La recordarían después? ¿Entenderían? Al menos eran su legado, y se convertirían en algo que ella no llegaría a conocer, mejor así.<br />
La hija era otra historia, siempre ajena, separada. Nunca pudo entenderla. ¿Cómo pudo haber salido de ella, se preguntaba? O de él, de quién, de dónde. Con ese estilo de vida inexplicable jamás tendría hijos. ¿Realmente quería ser tan distinta a ella, a su madre?<br />
Ese día se murió una de sus orquídeas. Esas plantas extrañas, que no toleran demasiado de nada. La había cuidado con tanto esmero, imaginaba que se entendían, que tenían algún acuerdo tácito. Ese entendimiento que nunca tendría con su hija. Cuando advirtió que la orquídea no florecería, no pudo evitar sollozar calladamente, sintiéndose estúpida inmediatamente después.<br />
Ese mismo día su hija le contó aquello. El misterio que la envolvía se disipó y entonces entendió que en el fondo, no quería saber. La hija hablaba, el padre preguntaba, asentía, mientras ella imaginaba esa escena de su infancia que agradecía no haber visto. Nelly esperando a su verdugo. Sus ojos confiados, añorando alguna caricia y luego, el cuchillo traicionero, su sangre carmín empapando el pasto recién cortado.<br />
Lo que ella escuchaba ahora era peor que ese recuerdo que nunca tuvo. Estupefacta, solo atinó a decir: basta, Sofía, basta.Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-85766192225614916592014-05-25T18:14:00.001-03:002014-05-25T18:16:13.999-03:00Madre<p dir="ltr">Mi mamá llora silenciosamente, o asi me parece porque la escucho sorber sus lágrimas desde otra habitación. Viene a buscarme y me dice te quiero. La ignoro con cara de piedra, porque estoy enojada, extraña, usando como excusa una situación actual, pero enojada por cosas lejanas, de otros tiempos. <br>
Creo que nunca me voy a poder morir por el amor que siento por ella, y eso me enoja, me ata al futuro, a seguir en el mundo, insatisfecha. </p>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhT-iUF3P5tIppwiiKayDnT6WXpJkRsKGRChWcj37aXAIIIKz0Xc_mdSj1TS0CG0Q0OHu05omXWf-uQV1_pgMVuMBHu2pXHwLZssiTU7FCgG1JSTOlwgj9uA-eU2E4ljriBl6IozRzlY50/s1600/20140525_180718.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"> <img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhT-iUF3P5tIppwiiKayDnT6WXpJkRsKGRChWcj37aXAIIIKz0Xc_mdSj1TS0CG0Q0OHu05omXWf-uQV1_pgMVuMBHu2pXHwLZssiTU7FCgG1JSTOlwgj9uA-eU2E4ljriBl6IozRzlY50/s640/20140525_180718.jpg"> </a> </div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-61754729253443030612014-05-20T15:02:00.000-03:002014-05-20T15:03:55.759-03:00No está tan mal<div style="text-align: justify;">
En la vida sólo quise una cosa, una única cosa que siempre me fue negada. Mientras tanto, el resto de las cosas que se me ofrecen no hacen mella en mí. Pero a la vez también, accidentalmente, a veces hago cosas que significan algo para otros. Soy un héroe imprevisto. No está tan mal.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sufro mucho, pero a veces me alegro de ser esto y no lo otro, de estar un poco apartada de las cosas, de que mi vida haya seguido caminos sutilmente inesperados, de no tener miedo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Miento: de algo sí tengo miedo y es de no poder volver a escribir. Tengo tantos papeles empezados por ahí y nada ve su resolución, todo se pierde en el decir nada. Seguramente esto también se perdería si no fuera que necesito expulsarlo, dar este manotazo de ahogado, decir, ya escribí algo, ves?</div>
<div style="text-align: justify;">
Bueno, no está tan mal.</div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-18702421934109756692013-02-22T14:50:00.004-03:002013-02-22T14:50:54.895-03:00Habla la muerta <br />
(Fragmento de <i>Mientras agonizo</i>, de William Faulkner)<br />
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
ADDIE<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por la tarde, cuando terminaba la
escuela y se habían ido todos con sus naricillas sucias y mocosas, en lugar de
irme a casa bajaba por la colina hasta el manantial, donde podía sosegarme y
odiarles tranquilamente. Entones era un lugar tranquilo, con aquel agua
borboteando y alejándose y el sol deslizándose segada y apaciblemente entre los
árboles y el calmoso olor de las hojas húmedas que se pudrían y de la tierra
nueva; en especial a comienzos de la primavera, que es cuando todo era peor.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Recordaba que mi padre solía
decir que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho
tiempo. Y cuando tenía que verlos día tras día, cada cual con sus pensamientos
egoístas y secretos, cada cual con su sangre distinta a la de los demás y a la
mía, y pensaba que al parecer era mi único modo de prepararme para estar
muerta, odiaba a mi padre por haberme engendrado. Solía estar deseando que
cometieran alguna falta, para así poder zurrarles. Cuando la vara caía, podía
sentirla en mi propia carne; cuando les levantaba cardenales y verdugones era
mi sangre la que corría, y a cada golpe de vara pensaba: ¡Ahora vais a saber
quién soy! Ahora soy alguien en vuestras vidas secretas y egoístas, soy quien
ha marcado para siempre vuestra sangre con la mía.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y así acepté a Anse. Lo vi pasar
por la escuela dos o tres veces antes de enterarme de que se desviaba unos seis
kilómetros para pasar por delante de la escuela. Me di cuenta ya entonces de
que empezaba a tener joroba; era un hombre joven y alto, y parecía ya un gran
pájaro encogido por el frío en el asiento de la carreta. Pasaba por delante de
la escuela despacio, y la carreta chirriaba y él volvía la cabeza lentamente
para mirar hacia la puerta del edificio, y luego se perdía de vista al dar la
vuelta a la esquina. Un día salí a la puerta y me quedé allí mientras pasaba.
Cuando me vi miró rápidamente hacia otro lado, y no volvió a mirar hacia la
puerta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Lo peor era a principios de la
primavera. A veces pensaba que no podría soportarlo; tendida en la cama por las
noches, con los gansos salvajes yendo hacia el norte, y sus graznidos
llegándome con fiereza desde muy alto y muy lejos en aquella agreste oscuridad,
y durante el día era como si no pudiera esperar a que se marchara el último de
aquellos niños para poder bajar al manantial. Así que cuando levanté la vista y
vi a Anse allí delante, con su traje de domingo, dándole vueltas y vueltas al sombre
entre las manos, dije:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Si hay alguna mujer en su familia, ¿por qué
diantres no le obliga a cortarse el pelo?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->No la hay –dijo él. Y añadió instantáneamente,
lanzando sus ojos hacia mí como un par de sabuesos en corral ajeno-. Por eso he
venido a verla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Le haría andar con los hombros derechos –dije-.
¿Así que no hay ninguna? Pero usted tiene una casa. Me han dicho que tiene casa
y una buena granja. Y que vive en ella solo, arreglándoselas como puede, ¿es
cierto? –Él se limitó a mirarme, dándole vueltas al sombrero-. Una casa nueva –dije-.
¿Es que piensa casarse?<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Y él volvió a
decir, con los ojos fijos en mí:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Por eso he venido a verla.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Más adelante,
dijo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->No tengo familia. Así que no hay nadie que pueda
poner peros. Creo que usted no puede decir lo mismo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->No. Tengo familiares. En Jefferson.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Su cara se
ensombreció un poco.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Bueno, tengo una pequeña propiedad. Tengo posible;
y fama de ser bueno y honrado. Sé cómo es la gente de la ciudad, pero puede que
cuando sus parientes hablen conmigo…<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Quizá le escuchen –dije yo-. Pero será difícil
hablar con ellos. –Me estaba mirando la cara-. Están en el cementerio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Pero sus familiares vivos…-dijo él-. Serán
diferentes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->¿Sí? –dije yo-. No lo sé. Jamás he tenido otros
parientes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Así que acepté
a Anse. Y cuando supe que estaba encinta de Cash, supe que la vida era terrible
y que ésta era la respuesta a las preguntas al respecto. Fue entonces cuando
aprendí que las palabras no sirven para nada; que las palabras no se ajustan
nunca a lo que tratan de decir. Cuando nació supe que la maternidad había sido
inventada por alguien que necesitaba una palabra para designarla, porque a las
mujeres que tenían hijos les tenía sin cuidado si existía o no una palabra para
referirse a ella. Supe que el miedo había sido inventado por alguien que jamás
lo había sentido; el orgullo, por alguien que jamás lo había tenido. Supe que
no había sido que tuvieran las narices sucias, sino que habíamos tenido que
usarnos unos a otros mediante palabras que eran como arañas que se cuelgan por
la boca de las vigas, y que se bambolean y se enroscan sin llegar nunca a
tocarse, y que sólo a través de los golpes de vara podía mi sangre y su sangre
fluir como una sola. Supe que no había sido que mi soledad hubiera de ser
violentada una y otra vez cada día, sino que jamás había sido violentada hasta
que tuve a Cash. Ni siquiera por Anse por las noches.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Él tenía una
palabra. Amor, lo llamaba él. Pero yo llevaba mucho tiempo habituada a las
palabras. Supe que aquella era como las demás: una mera forma para llenar una
carencia; supe que cuando llegara el momento no iba a necesitar una palabra
para designarlo, lo mismo que no la necesitaba para el miedo o el orgullo. Cash
no necesitaba decírmela, ni yo decírsela a él, y solía decir: que la use Anse
si quiere. Así que era Anse o amor; o amor o Anse: lo mismo daba.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Solía pensarlo
hasta cuando yacía con él en la oscuridad con Cash dormido en la cuna al
alcance de mi mano. Solía pensar también que si despertaba en mitad de la noche
y lloraba, le daría el pecho. Anse o amor: tanto daba. Mi soledad había sido
violentada: tiempo, Anse, amor, lo que uno quiera, fuera del círculo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Entonces supe
que iba a tener a Darl. Al principio no podía creerlo. Luego creí que iba a
matar a Anse. Era como si me hubiera engañado, como si se hubiera escondido en
una palabra como detrás de un bombo de papel y me hubiera dado un golpe en la
espalda a través de él. Pero luego caí en la cuenta de que había sido engañada
por palabras mucho más viejas que Anse o amor, y de que la misma palabra le
había engañado a Anse también, y de que mi venganza habría de consistir en que
él jamás se daría cuenta de que me estaba vengando. Y cuando nació Darl le pedí
a Anse que me prometiera que me llevaría a Jefferson cuando muriera, porque
supe que padre tenía razón, aun cuando él no pudiera saber que la tenía ni yo
saber que estaba equivocada.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]-->-<span style="font-size: 7pt;">
</span><!--[endif]-->Tonterías –dijo Anse-. Tú y yo aún estamos
enteros, con sólo dos críos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Él no sabía
que ya estaba muerto. A veces estaba tendida junto a él en la oscuridad, oyendo
aquella tierra que ahora era de mi carne y de mi sangre, y pensaba: Anse. Por qué
Anse. Por qué eres Anse. Y pensaba en su nombre hasta que al cabo de un rato veía
la palabra como una forma, una vasija, y veía cómo él se licuaba y se iba
vertiendo en ella como melaza fría que cayera en un tarro en la oscuridad,
hasta que el tarro rebosaba y quedaba quieto: una forma llena de significado y
profundamente exánime, como el marco vacío de una puerta; y entonces me daba
cuenta de que había olvidado el nombre del tarro. Y pensaba: La forma de mi
cuerpo, ahí donde había sido virgen, era la de una y no podía pensar Anse, ni podía
recordar Anse. No es que pudiera pensar en mí misma como si siguiera siendo
virgen, porque ahora yo era tres. Y cuando pensaba Cash y Darl de esa misma
forma, hasta que los nombres perdían la vida y se solidificaban en una forma y
luego se desvanecían, me decía: Muy bien. No importa. No importa cómo les
llamen.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Así que cuando
Dora Tull me decía que no era una verdadera madre, yo pensaba en cómo las
palabras describen una línea recta y delgada, rápida e inofensiva, y en cuán
terriblemente se comporta la tierra al aferrarse a ella, de modo que al cabo de
un tiempo no son sino dos líneas tan apartadas que una persona no puede pasar
de la una a la otra; y que el pecado y el amor y el miedo no son sino sonidos
que las gentes que jamás han pecado ni amado ni tenido miedo utilizan para
designar lo que jamás tuvieron ni podrán tener jamás hasta que olviden las
palabras. Como Cora, que ni siquiera ha aprendido a cocinar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Solía decirme
todo lo que yo debía a mis hijos y a Anse y a Dios. Le di a Anse esos hijos. Y no
los pedí. Ni siquiera le pedí a él lo que podía haberme dado: lo no-Anse. Era mi
deber para con él, no pedirle eso, y ese deber lo cumplí. Yo sería yo; a él le permitiría
ser la forma y el eco de su palabra. Era más de lo que él pedía, porque no
podría haberlo pedido y ser Anse, utilizándose a sí mismo a través de una
palabra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Y entonces se
murió. No sabía que estaba muerto. Yo yacía junto a él en la oscuridad, oyendo
cómo la tierra oscura hablaba del amor de Dios y de Su Belleza y de Su pecado;
oyendo esa oscura ausencia de voz en la que las palabras son los actos, y las
palabras que no lo son, que son sólo los huecos de las carencia de la gente, me
llegaban como aquellos graznidos de gansos desde la negrura salvaje en aquellas
terribles noches de antaño, y se hurgaban a tientas en los actos como huérfanos
a quienes se les señalase dos rostros en una multitud y se les dijese: Ése es
tu padre, ésa es tu madre.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Creía que la
había encontrado. Creía que la razón era el deber para con los vivos, para con
la terrible sangre, la roja y amarga riada que fluía hirviente por la tierra. Pensaba
en el pecado como pensaba en la ropa que ambos vestíamos ante el mundo, en la
circunspección necesaria dado que él era él y yo era yo; el pecado era tanto
más absoluto y terrible cuanto que él era el instrumento ordenado por Dios,
creador del pecado, para santificar aquel pecado que Él había creado. Mientras
le esperaba en el bosque, mientras le esperaba y antes de que él me hubiera
visto, yo pensaba en él y lo veía vestido de pecado. Pensaba en él pensando en
mí y viéndome también vestida de pecado, él mucho más hermoso puesto que la
vestidura que cambiaba por la de pecado había sido santificada. Solía pensar en
el pecado como si fueran prendas que nos quitábamos para hacer que la terrible
sangre se amoldara por la fuerza al triste eco de la palabra muerta que flotaba
en el aire. Entonces volvía a yacer con Anse –no le mentía: sólo me negaba a
él, del mismo modo que le negaba el pecho a Cash o Darl cuando se les pasaba su
tiempo- y oía cómo la oscura tierra articulaba su discurso sin voz.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
No ocultaba
nada. No trataba de engañar a nadie. Me habría disgustado hacerlo. Me limitaba
a tomar las precauciones que él juzgaba necesarias para sí mismo, no para mi
seguridad, pero del mismo modo que llevaba ropa encima ante los ojos del mundo.
Y entones, cuando Cora me hablaba, solía pensar en cómo las altas palabras
muertas siempre acaban por perder hasta el sentido de su sonido sin vida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Entonces todo
terminó. Terminó en el sentido de que él se fue y yo supe que, aunque lo
volviera a ver, ya nunca lo volvería a ver llegar apresuradamente por el bosque
vestido de pecado, como ataviado con un galante atuendo que ondeara hacia un
lado por lo veloz de su llegada secreta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Pero para mí
no había terminado. Quiero decir terminado en el sentido de un comienzo y un
final, porque para mí, en aquel tiempo, no había comienzo ni final en nada. Incluso
seguía rechazando a Ase, y no como si se tratara de un rechazo ocasional sino
como si nunca hubiera habido nada entre nosotros. Mis hijos eran sólo míos, de
la sangre salvaje que fluía hirviente por la tierra, míos y de todo lo que
alienta: de nadie y de todo. Entonces me enteré de que iba a tener a Jewel.
Cuando un día desperté y me quise dar cuenta, hacía ya dos meses que él se
había marchado.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Mi padre decía
que la razón de la vida era preparase para estar muerto. Al fin entendía lo que
había querido decir, aunque él seguro que no llegó a entenderlo nunca
cabalmente, porque un hombre no tiene la menor idea de lo que es limpiar la
casa después. Y yo he limpiado la mía. Con Jewel –estaba echada junto a la
lámpara, con la cabeza levantada, mirando cómo lo taponaban y suturaban antes
de que él empezara a respirar- la sangre salvaje dejó de bullir, y su sonido
cesó. Y luego sólo quedó la leche, cálida y apacible, y yo tendida y en calma
en el silencio moroso, preparándome para limpiar mi casa.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Le di a Dewey
Dell para contrarrestar a Jewel. Y luego le di a Vardaman para reemplazar al
hijo que le había robado. Y ahora tiene tres hijos que son suyos y no míos. Y yo
ya puedo prepararme para morir.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 18.0pt; text-align: justify;">
Un día estaba
hablando con Cora. Ella rezaba por mí porque creía que era ciega para el
pecado, y quería que me arrodillara con ella para rezar, porque para la gente
para la que el pecado es una mera cuestión de palabras la salvación también es
sólo palabras.<o:p></o:p></div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-42188298566928289032013-02-10T10:14:00.002-03:002013-02-10T10:14:35.164-03:00Morir sin entender<div style="text-align: justify;">
Me paseo entre la procesión de almas. Sonrío, cierro los ojos y trato de sentir lo mismo que ellos, pero mi cuerpo no se estremece, mis piernas siguen erguidas en el suelo y mi cuello no cede a la pequeña muerte. (me equivoco, porque no busco la muerte, sino la resurrección) </div>
<div style="text-align: justify;">
Alguien grita que es el momento de la Unción (ahora! ahora!) y mi mente y mi cuerpo intercambian expresiones confusas. Aún así, de alguna forma me siento cómoda en esta comunión de vaginas estoicas; puedo volver a mi casa, inmune, lavada y planchada, a ensuciarme con estas letras. </div>
<div style="text-align: justify;">
Me pregunto si habrá algún lugar, alguna vez, donde pueda reconciliar todo esto. No se me ocurre nada mas triste que morir sin entender.</div>
Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-54369138841194365212012-11-30T13:36:00.001-03:002012-11-30T13:41:01.880-03:00Para FionaMe engañaron terriblemente, viví en esta mentira por siglos y eras bastardas, desde los comienzos inmenoriales del universo tal vez. Pero no habrán lágrimas como las que expulsé al saber que no venías, que no te vería, que no podría llorar al unísono con tu voz desgarrada en el escenario. Lloro y sigo llorando por tu lejanía, porque te necesitaría absurdamente cerca en este momento, sabiendo además que estás haciendo lo correcto, lo humano, lo perdurable. Aún así, qué aterrador, <a href="http://www.youtube.com/watch?v=mZ_qlZTvtgE" target="_blank">Oh well</a>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-52568258558109130392012-07-20T23:51:00.001-03:002012-07-21T00:02:04.807-03:00Conversaciones con mi mejor amigo<div style="text-align: justify;">
- ¿No te das cuenta que todos los que de alguna manera participan en tu vida te dicen lo que tenés que hacer? Responder los llamados, llegar puntual a la oficina, llamar a tus padres, amar a alguien, proyectar un futuro llano y vacío. Y vos te lo tragás todo y pensás que el camino de la mansedumbre te llevará a donde querés ir. Pero tus entrañas dicen lo contrario. No me mires así, no pases esto ahora por tu cerebro adormecido de psicoterapia y buenos modales y creas que te estoy recitando el eterno cliché de la rebeldía suburbana, escucháme bien: <i>todos te dicen lo que tenés que hacer, todos te reclaman algo</i>. Hay gente que se adapta, que de alguna manera alinea los putos mandatos a sus propios deseos o quizás lo ignoran completamente, pero no es tu caso, ¿entendés? nunca vas a ser ese tipo de gente. A vos no te importan un carajo los demás.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Ahora que lo mencionas -le contesto, bajando el tono y sirviéndome otra copa- pienso en todas las veces que escucho o leo algo dicho o escrito por alguien y tengo ganas de contestar, simplemente "no". Un "no" sin justificación, un "no" porque se me da la gana contradecirte, ser desobediente y un poco maldita, borrarte la sonrisa con un cuchillazo de sacarsmo. Simplemente "no, no me alegro porque vas a tener un hijo", "la verdad que no te extrañé, se ve que tu existencia me resulta indiferente", "no, no quiero verte, me aburriste por adelantado" -me gana la violencia y no puedo atribuirlo a la bebida, porque el vino tinto y yo nos entendemos.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Claro, es exactamente eso. Es esa maledicencia que te corroe por cargar con la porquería que los otros te lanzan, exigiéndote empatía, tolerancia, hasta estima. Y no es ningún delito que no te importe, que sólo quieras que te dejen en paz.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white;">- A veces pienso que no estaría mal estar encarcelada -divago- Sería como hacer una declaración de principios, decir: no estoy acá para seguir las reglas, evidentemente me paso por el culo tus reglas, tus intenciones, tus buenos deseos, tu moral, tu solidaridad incluso. Sí. Tendría todo el tiempo pesando levemente en mis espaldas (no me gusta el tiempo, eso me asusta un poco), pero podría leer todos los libros que quisiera, quizás hasta escuchar algo de música. Dar vueltas por mi celda hasta caerme de cansancio, dejar que me alimenten, esperar pacientemente el día en que toca salir al sol por un breve momento - el vino me mira y me corta la inspiración soñadora- sí, sé que lo estoy idealizando, pero no estoy hablando de una cárcel de este mundo, estoy creando una idea, una reclusión voluntaria, una inmunidad comprada a fuerza de soledad e indiferencia, una liberación de las expectativas de los demás y las propias, una especie de nirvana mundano, sin redención ninguna.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
- <span style="background-color: white;">¿Ahora ni siquiera querés salvarte? me causás gracia. Pero tenés razón, e</span><span style="background-color: white;">s preferible una condena firme y conocida por todos, que estar condenado y no saberlo o sólo intuirlo, no? preguntále a Joseph K.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
- Cierto, tengo la impresión de que mi prisión ideal no sería para nada solitaria, eh? quizás hasta sería un buen emprendimiento...</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white;">- Ya te pusiste capitalista otra vez, se te debe estar pasando la borrachera. Y pensar que mañana te vas a levantar temprano otra vez, mansamente, traicionando tus resoluciones nocturnas...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Basta!, quiero dormir, el sueño es también una especie de cárcel divina, lástima que nos abren la puerta cada mañana.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, mejor dormíte porque ya estás empezando a hablar pavadas y ambos sabemos que no vas a dar el próximo paso</div>
<div style="text-align: justify;">
- Pensándolo bien, vos también sos una bonita cárcel, eh? vino querido! feliz día, amigo!</div>
<div style="text-align: justify;">
- Sí, feliz día, ingenua.</div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-83516547311490537142012-06-29T19:03:00.000-03:002012-06-29T19:04:33.206-03:00La ola o el vidente<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Sólo necesitaba de una metáfora para sobrevivir. Una
historia bien contada, sin pretensiones ni prejuicios, una explicación para
justificar su pasado y conjurar su porvenir. Que estuviera lejos o cerca de la
verdad, que fuera plausible, convincente o comprobable, no importaba. Sólo
precisaba un símbolo, una piedra angular sobre la cual cimentar su ontología.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Por eso decidió consultar al vidente. Alguien le había
hablado de él o quizás había visto su nombre escrito en alguna parte o leído
acerca de sus habilidades en algún otro lugar. Más bien, había sido la
combinación de varias alusiones ciertas e inciertas lo que terminó de
convencerla. Lucía aún no había entendido que la mente astuta tiene formas de
escabullir sus intenciones para hacerlos visibles en escenas de la vida cotidiana
que los inocentes interpretan como buenos augurios o sentencias de la divina
providencia. Así fue como, creyéndose empujada por el unívoco destino, se
encaminó hacia la casa del vidente. Llamó a su puerta, y un hombre de rasgos
orientales la recibió con una sonrisa tan diáfana que no hicieron falta las
palabras. Le indicó, sin hablar, que esperara en una sala y luego se retiró,
con pasos largos y sin dejar de sonreír. Tenía un caminar majestuoso, como si
soportara en sus espaldas toda la belleza del mundo. El vidente la recibió unos
minutos después. Era un hombre de mediana edad, también oriental y poseedor de
una cualidad silente. Se sentó detrás de un amplio escritorio, luego de
ofrecerle asiento en una silla antigua que emitía leves quejidos ante el menor
movimiento. La distancia que imponía ese anacrónico escritorio le produjo una
sensación de absurdo impostergable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Pero luego el vidente habló. Le ofreció agua y su voz
era como el agua, como una marea suave golpeando a sus oídos. Lucía bebió un
sorbo y sintió la marea recorrer su cuerpo por dentro, olas que jugaban en su
vientre, espuma de mar escapándose por sus dedos. Respiró profundo, como cuando
la marea se retira de la playa hacia las profundidades del mar, y empezó a hablar.
El vidente escuchaba con atención desmesurada. Ella nunca sabrá qué dijo, pero
él lo entendió a la perfección. Se levantó y caminó hacia ella. Puso sus manos
sobre los ojos de Lucía y le dijo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 21.0pt; tab-stops: list 21.0pt; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span style="font-family: inherit;">- Los ojos recuerdan
todo lo que ven, en el mundo real e imaginario.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 3.0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Sentía el calor de sus manos abrigándole los ojos,
mientras la marea se debatía tranquilamente en su interior. El vidente continuó
vertiendo sus cantos de agua y Lucía se embarcó en un sopor profundo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Las imágenes comenzaron, algo difusas, a proyectarse
en el interior de sus párpados. Veía una playa y dos niñas jugando, solitarias.
Debía haber sido invierno, a juzgar por las ropas pesadas y el viento que se
arremolinaba con fuerza sobre las aguas. Una de las nenas llevaba un moño azul en
su cabello. Ese moño azul era su preferido, Lucía lo recordaba ahora con toda
claridad. La otra niña había sido su amiga, pero no podía recordar su nombre.
Cada una andaba ensimismada descubriendo los objetos que la playa ofrecía en su
ir y venir de olas. Lucía veía las imágenes diluirse entre colores azules y
violetas, como una fotografía fuera de foco, estampas de otra época. Pero el
silencio era indudable. El silencio estaba presente en esa escena y también
ahora, en la oficina del vidente. Un silencio nítido y cruel, que parecía
agazaparse detrás de las olas. Las nenas jugaban tranquilamente, sin advertir
el peligro que las acechaba. Entonces, Lucía comenzó a repasar mentalmente
todas esas palabras oscuras que los padres repiten constantemente acerca del
mar y sus artimañas. La preocupación se adueñó de ella por primera vez. Había
vivido todos sus cortos años junto a esa playa y el miedo del mar nunca la
había alcanzado. Hasta ese momento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">El alma es cobarde, está muy plácida cuando el cuerpo
es plácido, pero en cuanto percibe una amenaza busca huir, dejar el cuerpo
atrás, como la mariposa que abandona su capullo. Pero entonces el cuerpo se
rebela.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Aquella tarde nefasta, ella abrió su boca para
advertirle a Clara sobre la sombra amenazadora, pero no pudo emitir sonido. Fue
como si hubiese tragado ese silencio enorme. Como si ese silencio sigiloso,
tras el cual se ocultaba la ola, la
hubiese colmado, dejándola muda e incierta. La ola engulló a Clara, con toda certeza.
Ése era su nombre: Clara. El alma de Clara era fiel a su nombre y quería ser
uno con aquella ola. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Cuando Lucía despertó de su epifanía, sentía ganas de
vomitar. La náusea le sobrevenía, profunda e implacable, de algún lugar
desconocido de su interior. Sin embargo, repetía los gestos sin conseguir
vomitar. Tosía con esfuerzo, abría su boca y sólo emitía silencio. Entonces
comprendió. Estaba deshaciéndose por fin del silencio que la había invadido
aquella tarde olvidada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">El vidente la miraba complacido. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-8021640913222856002012-06-03T19:15:00.000-03:002012-06-03T19:15:11.543-03:00Breve e inútilEn mi infierno personal, todas las canillas gotean, todas las luces están encendidas y los sentidos no se pueden apagar.<br />
Las manos siempre tiemblan y todo lo que escucho es un halago repetido que no puedo aceptar.<br />
<br />Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-85988947724739983372012-05-06T21:59:00.001-03:002012-06-03T19:17:44.835-03:00No<br />
<div style="text-align: justify;">
Yo no fumo, papá, le dije, mientras salía de la habitación que hedía a humo y en pocos minutos se había esparcido a toda la casa. Mi viejo recorría el cuarto, desconcertado, soltando frases inconexas, espiando en los armarios, etc. ¿Dónde lo pusiste?, me dice, ¿qué cosa? yo no fumo, pá, cómo voy a fumar, debe ser otra cosa, la estufa, no sé. ¿Cómo va a ser la estufa? La estufa no larga ese olor, ¿no sabés lo mal que te hace fumar?, etc.</div>
<div style="text-align: justify;">
Yo no fumo, papá – repito, y me aferro a esas palabras como a un mantra, o un escudo. Le doy vuelta la cara discretamente y me voy a hacer alguna otra cosa. La negación se ha hecho carne y milagro, como en el evangelio. Aún lo escucho caminar con pasos cansados, anticipando la derrota, sabiendo que no podrá arrancarme una palabra más. Lo recuerdo luego tratando de iniciar una conversación, torpemente, preguntando algo cuya respuesta conoce de antemano, con la sola intención de hacerme hablar o quizás convencerme de que lo haga partícipe de mi vida secreta. Pero ¿de qué vida estamos hablando? A esto no puede llamársele vida, papá, esto es solamente lo que hago para sacarme de encima todo lo que me inculcaste, como si desenvolviera lentamente una madeja enredada, como si buscara retroceder mis pasos a algún punto en que me perdí de vista. Esta negación es la cáscara que dejo atrás, el doppelgänger de mi vida pasada. De cualquier modo, vivimos, morimos muchas vidas, papá, y también los restos que alguna vez fuimos son capaces de continuarnos, mal que nos pese. Así que acá dejo este no encarnado, detrás no hay nada más que fórmulas que se repiten, pero ¡cuánto se asemejan a una existencia real!.</div>
<div style="text-align: justify;">
Yo no fumo, papá, le digo, y lo veo volver mansamente a mirar la televisión.</div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-40809497993102358132012-03-14T12:42:00.000-03:002012-03-14T12:43:54.875-03:00Críptico<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">¿Cómo explicarlo? Soñé (dormida o despierta, no lo recuerdo)
que las palabras formaban huecos en el espacio-tiempo y tenían otro
significado. Mientras trato de relatar esto, no puedo desprender de mis retinas
la imagen del árbol que veo por la ventana de mi cuarto y sus ramas agitadas
por el viento. Ahí estaba cuando empecé a escuchar las voces, subiendo por
entre las hojas, mezcladas con los ruidos de la calle. No alcanzaba a oír la
conversación, pero sus silencios me hablaban en un idioma gutural. Por
momentos, era como si las palabras fueran divididas clínicamente en pedazos y
tanto sus sílabas como los espacios entre ellas formaran parte de un nuevo lenguaje,
junto también con los sonidos de las cosas naturales, artificiales e
imaginarias. Y esas nuevas palabras (si así cabe denominarlas) penetraban todas
las dimensiones del espacio-tiempo hasta los orígenes de la historia, el
universo o lo que sea que nos contiene, para acercarme su sentido primigenio y
nefasto. Así fui y volví, tratando de componer mapas de lo audible y lo no
audible, dejando que su rastro me lleve atravesando las cuerdas hasta el origen
o el final (si los hay, seguramente son lo mismo). <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">
</span><span style="font-family: inherit;">No puedo reproducir lo que escuché, porque haría falta
expresarlo con esos mismos símbolos y lamentablemente no puedo jactarme de
haber aprendido a utilizarlos en los pocos minutos que duró este ensueño. Pero hay
un entendimiento en el fondo de mi conciencia y es algo así: la vida es sólo en
este mundo y no por mucho tiempo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-26178965460757827062012-03-04T22:35:00.000-03:002012-03-04T22:37:20.138-03:00Orgasmo de dolor<div style="text-align: justify;">
Quisiera contarte sobre la primera vez que lloré con una <a href="http://www.youtube.com/watch?v=WSkyoyyvnAY&ob=av2n">película</a>. Recuerdo que estaba con mis padres y mi madre, insospechadamente (porque ella es la más emotiva de la familia, siempre callada y sumisa esperando el gesto tibio que no llegará), me preguntaba "por qué llorás?", y yo no podía responderle, deshecha en lágrimas como estaba, fuera de la lógica, trasunta de emociones desconocidas para mí en ese entonces. No sé qué edad tendría. Y mi padre, insospechadamente (porque de él heredé mi rostro serio y mantener la compostura en todas las circunstancias), diciéndole algo como, "pero cómo no va a llorar, no te das cuenta...", etc. </div>
<div style="text-align: justify;">
Hoy escucho esa canción y siento un perfecto orgasmo de dolor, se me corta la respiración y lloro por lo conocido y lo desconocido, lloro mientras la mente se me puebla de imágenes, sollozo y jadeo como si fuera amada, presa de la maldita nostalgia de lo no vivido. En la calle, hay gente que grita por algún partido de fútbol o alguna circunstancia que no alcanzo a comprender, pero siento que están en armonía con estas notas de dolor que recorren mi cuerpo, envolviéndome por completo, dejándome absurda y marchita en algún rincón de mi conciencia. <br />
Y lo más triste de todo, es que nunca voy a poder contártelo.</div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-76150347343665678422012-02-29T21:21:00.003-03:002012-02-29T21:24:39.698-03:00Oda a la mierda<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"></span></span></em></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"></span></span></em></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana; font-style: normal;"><div class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 12pt; text-align: right;">
<span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: 10.5pt; letter-spacing: 0.05pt;">"</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: 10.5pt; letter-spacing: 0.05pt;">Si
hasta hace poco la palabra mierda se reemplazaba en los libros por puntos
suspensivos, no era por motivos morales. ¡No pretenderá usted afirmar que la
mierda es inmoral! El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la
defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la Creación. Una
de dos: o la mierda es aceptable (¡y entonces no cerremos la puerta del water!),
o hemos sido creados de un modo inaceptable. </span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: 10.5pt; letter-spacing: 0.05pt;">/
</span><span style="color: black; font-family: "Times New Roman"; font-size: 10.5pt; letter-spacing: 0.05pt;">De
eso se desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un
mundo en el que la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese." (Milan Kundera)</span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
</span><div style="text-align: justify;">
</div>
</span><div style="text-align: justify;">
</div>
</em><div style="text-align: justify;">
</div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<em><span lang="ES" style="font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: inherit; font-style: normal;">La vida, nuestra humanidad, depende en su totalidad de la mierda, de
las excrecencias que se suceden continuamente en un juego absurdo, inacabable de la
existencia. La mierda sagrada que nos produce repugnancia es la base de la
creación, el maná sagrado que tanto buscaban los elegidos. </span></span></em><br />
<em><span lang="ES" style="font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-family: inherit; font-style: normal;">La mierda es
sagrada y ante ella deberíamos postrarnos en reconocimiento a sus bondades
divinas. Mierda que evitamos pero que en todas partes encontramos. Mierda sin
altar como dios sin devotos, aquella que un día nos cobrará con creces nuestros
olvidos, mierda que envilecemos y agraviamos en nuestro loco intento de
parecernos a los dioses. </span></span></em></div>
<div style="text-align: justify;">
<em><span lang="ES" style="font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-style: normal;"></span></span></em><em><span style="font-family: inherit;"><span lang="ES" style="font-style: normal;"><span lang="ES" style="font-style: normal;">Mierda sagrada que todo lo puedes, que sobrepasas en
importancia a todo lo existente y que sin embargo continuamente te
evitamos</span><span lang="ES">. La
vida empieza con la mierda</span><span lang="ES" style="font-style: normal;">, se
mantiene y se sucede. </span>Mierda </span><span lang="es-ar" style="font-style: normal;">s</span><span lang="ES" style="font-style: normal;">anta
que estás en nuestros intestinos, bendita sea tu descendencia, venga a nosotros
tus favores, hágase en la tierra como en nuestro culo, no seas nunca nuestra
tentación, sino nuestra realidad más auténtica y flagrante. Mierda santa que nos
tiranizas cada día, que al fin entendamos que tú eres la vida y que en ti nacen
nuestras resurrecciones.</span></span></em></div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-20981231011158917372012-02-01T19:44:00.002-03:002012-02-01T22:35:24.231-03:00La conciencia del derroche<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hoy me senté debajo de la ducha como hacía cuando era chica y quería hablar con Dios. Siempre elegí los lugares y momentos más inusuales para hablar con Dios. Por ejemplo, también recuerdo que uno de los momentos de más íntima comunión divina era cuando me hamacaba en el patio de mi casa (Nostalgia de esa fe ingenua y pulcra, sin sombra de duda. Una fe-contacto, tan real como el aire que impulsaba la hamaca). Me hamacaba y cantaba canciones acerca de la bondad de Dios, de la salvación a través del sacrificio, de la certeza de una sobrevida gloriosa. Cuando era chica, tampoco tenía conciencia del derroche. Hoy pienso que no se debe malgastar el agua, que a la ducha corresponde sólo el tiempo necesario para la higiene y después salir a enfrentar el podrido mundo otra vez. Pero el tiempo se me hace largo, porque el tiempo es relativo, ciertamente (cómo pudimos dudarlo, cómo pudimos ignorarlo hasta que la ciencia nos plantó esa certeza en la cara en base a formulaciones matemáticas y teorías incompensibles). El tiempo se alarga cuando uno no sabe qué hacer de esta vida precaria, cuando uno sólo espera una muerte callada. Entonces pienso en el derroche: del agua, del tiempo, de la luz, del dinero, de mi moderada belleza (cuánta contradicción)</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero hoy me senté en la ducha y dejé que el agua se vuelque mordaz sobre mi cuerpo. Como un grito de espanto, como una rebelión ahogada. Y no sé si hablé con Dios, o quizás invoqué su nombre en algún eco de mi conciencia. Más bien abrazé mi cuerpo, aplasté las gotas en mi piel mojada y mordí tristemente mis brazos, piernas (¿Es que nadie quiere esto? Entonces, ¿nadie?). Más bien dejé que el calor me transforme en una masa informe y cansada, que luego...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
****</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<em>"Tocamos instrumentos para la ciega cólera<br /> de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos<br /> con los presentes ordenados en una mesa inútil,<br /> y fue preciso beber la sidra caliente<br /> en la vergüenza de la medianoche.<br /> Entonces, ¿nadie quiere esto,<br /> nadie?"</em> </div>
<div style="text-align: justify;">
Cortázar</div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-7804587267696465422012-01-16T20:33:00.000-03:002012-01-16T20:40:45.988-03:00Banco de plaza<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;"><span style="font-family: inherit;">Un cuerpo de oficinista como un derrumbe sobre
un banco de plaza. Las carnes se desparraman como exigiendo ser liberadas de su
absurda cárcel, la cabeza busca dejar de guiar la monotonía de unos pasos ahogados
por la responsabilidad y la culpa. Augusto respira con todas sus fuerzas y aún
así, sus pulmones no están satisfechos, parecen demandar más aire del que su
nariz es capaz de proveer. Mientras tanto, los niños corretean a las palomas y
los rayos de un sol tardío lo sorprenden a sus espaldas. Enfrente, pero a
cierta distancia, otro hombre ocupa otro banco de plaza. Su cabellera vestida
de gris y su pose imperturbable le indican que probablemente dispone de más
tiempo del que quisiera. Augusto se imagina qué triste espectáculo estará
ofreciendo ante un hombre ajeno a los rigores del trabajo: un hombre de familia
y oficina, vestido con el riguroso traje,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>aplastado en una plaza cualquiera, casi jadeante, con la mirada perdida
en sí mismo. De pronto, el hombre empieza a moverse, en un torpe y lentísimo
intento por levantarse. Augusto lo mira y repasa cada una de sus maniobras,
cada pequeña convulsión de los músculos, pensando quizás que, puesto a enumerar
cada una de las infinitesimales contorsiones del cuerpo, podría detener el
tiempo.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;"><span style="font-family: inherit;">El hombre avanza hacia donde Augusto está
sentado. Las madres siguen absortas en la vigilancia de sus pequeños, absortos
a su vez en las más ridículas ocupaciones. Antes de que pueda salir de estas
reflexiones, el hombre mayor está sentado a su lado.</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin: 0cm 0cm 0pt 19.5pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Me
llamo Miguel, y usted?</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 19.5pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;">
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Augusto
- contesta sin ganas pero con la cortesía obligada por las buenas costumbres-</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin: 0cm 0cm 0pt 19.5pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;">
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Mucho
gusto. A usted le gustan los gatos? A mi mujer le encantaban los gatos,
teníamos varios en casa. A los gatos no les gustan las plazas, quizás porque
son espacios sociales y los gatos son seres individualistas…o quizás porque en
las plazas hay perros – formula y reformula su hipótesis ante la mirada vacía
de Augusto.</span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin: 0cm 0cm 10pt 19.5pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;">
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Desde
que falleció mi mujer pienso que debería deshacerme de los gatos, pero no
encuentro el valor. Además, creo que ellos saben y por eso se quedan agazapados
en los rincones oscuros de la casa para asustarme con esos malditos ojos. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt 1.5pt;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;"><span style="font-family: inherit;">Augusto abre la boca para decir algo, titubea, parece haber olvidado
cómo hablar. Miguel lo observa extrañado y sigue diciendo:</span></span><span style="font-family: inherit;"><br /></span><span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">A
veces pienso que la única razón por la que recuerdo a mi mujer es por esos
gatos. Todo lo demás parece haber desaparecido, me entiende? Mejor dicho,
parece no haber existido nunca. Toda nuestra vida juntos, el romance, la
costumbre, las peleas…es como si todo hubiese sido chupado por el vacío.
Entonces me parece como si alguien más hubiese vivido esa historia, no yo.</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">A
veces quisiera que mi vida fuera chupada por el vacío – agrega Augusto, por lo
bajo, con tono melancólico.</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Es
algo extraño…se supone que cuando uno pierde a un ser querido, vive poblado de
esos recuerdos, como ecos distantes pero indudables de lo que fue la vida
conjunta. A mí no me pasa eso, todo lo contrario: cada vez estoy más convencido
de que esa vida no fue mía. Usted perdió a alguien cercano alguna vez? </span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;"><span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> <span style="font-size: small;">-</span><span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;"> </span></span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">No,
yo… </span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">A
mí me costó aceptarlo – interrumpe Miguel-, pero desde que supe que mi vida
conyugal fue una mentira, me juré nunca volver a tener ni mujer ni gatos. Tengo
que deshacerme de esos gatos. Usted no los quiere?</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">No
– categórico.</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Entonces,
usted querría tener sexo conmigo? Supongo que si no voy a tener mujer, tendría
que tener un hombre, no le parece razonable?</span></span><br />
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Si,
quizás…</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt 1.5pt;">
<span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;"><span style="font-family: inherit;">La plaza estaba casi a oscuras. Las madres responsables ya habían
retirado a sus críos; sólo quedaban algunas personas paseando a sus perros o
fumando en algún banco solitario. A Augusto le tranquilizó ver que todavía
existía una vida normal a la que volver, fuera de esta conversación
extraordinaria. Se había reincorporado y levantado para irse, cuando se
sorprendió volviendo la cabeza hacia Miguel para </span><span style="font-family: inherit;">repetir:</span></span></div>
<div class="MsoListParagraph" style="margin: 0cm 0cm 10pt 19.5pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;">
<span style="font-family: inherit;"><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span style="mso-list: Ignore;">-<span style="font-size-adjust: none; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal;">
</span></span></span><span lang="ES-AR" style="mso-ansi-language: ES-AR;">Si,
quizás…<o:p></o:p></span></span></div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-81755808614145130482012-01-16T18:42:00.000-03:002012-01-16T18:48:33.046-03:00ZombieDe todas las personas que me han ofrecido amor en estos años, a ninguna pude corresponder. <br />
¡Cómo quisiera amar a alquien que me ama!, ahora mismo, en este preciso instante. Quisiera salir de mi casa, corriendo a su encuentro y decirle: "Si me amás, yo te amo". Olvidar a la vieja Penélope, siempre pendiente de ensueños lejanos e imposibles. Imposibles porque están fuera de la lógica del discurso, y estas letras perdidas nunca podrían tocarlos.<br />
Quisera dejar toda la conciencia atrás. Para eso, antes de abrir la puerta de mi casa, dejaría mi cerebro en la heladera, cómodamente alojado en el cajón de las frutas, y así me iría, como zombie, a buscarte. Y te diría: "Si me amás, yo te amo". Y se me caerían algunas lágrimas pesadas, porque el corazón también llora y así se purifica.<br />
Quizás no sea tan mala vida, esto de andar descerebrada. Podría alguna vez, abrir la heladera y gritarle a todos mis amores imaginarios, que se pudran!. A todos mis miedos, que se pudran. A todas las obligaciones, a la música y a la poesía, que se pudran en el cajón, junto a las mandarinas que se achicharan por la desidia.<br />
Pero olvido que entonces tampoco podría recurrir al lenguaje. Ni a los recuerdos. Una vez que salga de mi casa, ya no recordaré adonde vivo, quiénes son mis padres ni cuándo vencen las expensas. Pero tendría un amor. Porque para amar sólo hace falta un cuerpo.Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-61832299175097112002012-01-06T15:34:00.002-03:002012-01-06T15:37:01.307-03:00Apostasía<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Ojalá que sigas negándome el amor, ojalá que sigas colmando
mis días de ilusiones baratas y remedios caseros. Ojalá que no te de vergüenza
verme excitada por la posibilidad, sabiendo de antemano que estaré mordiendo el
polvo de la desilusión poco tiempo después. Quiero que me veas, desnuda,
anhelante, cuando no encuentro sosiego y el mundo gira vertiginoso dentro de mi mente, y me
río y bailo y me embriago. Quiero que veas también esta callada resignación,
esta muerte súbita, estas lágrimas petrificadas en el interior de mis párpados.
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">Ojalá que sigas deteniendo mis días en esta absurda incertidumbre, que nunca me
des garantías ni explicaciones. Ojalá que nunca me dejes tener lo que quiero.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="font-family: inherit;">Así sabré que no te
debo nada.</span> <o:p></o:p></span></div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-80381024279290680902011-11-28T15:48:00.001-03:002011-12-27T22:54:09.731-03:00Sobre cómo (no) conocí a Santiago<div style="text-align: justify;">
<br />
<div style="text-align: justify;">
En septiembre, no conocí a Santiago y, desde
entonces, no he podido alejarlo de mi mente. <o:p></o:p></div>
Toda mi vida transcurre bajo sus ojos ausentes,
por ejemplo cuando veo una película y me siento conmovida por la mano de un
hombre que roza interesadamente el lazo del vestido de su enamorada, o cuando
me detengo a observar el agua que se amontona al costado de las aceras con sus
reflejos intermitentes: Santiago me acompaña como testigo omnisciente de todos
mis actos, siento su presencia como una conciencia dividida con la que lo
pienso, pensándome. <br />
No conocí a Santiago a través de una amiga en
común. Cuando empecé a espiarlo supe que estaba perdida, que iba a seguirlo
como una sombra hasta arrancarme la última e improbabilísima espina de la
esperanza. Ya casi no recuerdo las cosas que me gustaba hacer antes de no
conocer a Santiago, a veces me sorprendo leyendo publicaciones sobre ciencias
con inusitado interés antes de darme cuenta de que lo hago para él, por su
invisible influencia. "La mujer, hay que ver cómo copia", diría Bioy a través de alguno de sus personajes. Y así es. Me voy rearmando a imagen y semejanza del Santiago no conocido.<br />
¿Cuánto tiempo más voy a soportar este hambre dolorosa en las entrañas, esta necesidad innombrable de reemplazar al idílico Santiago por un Santiago de carne y hueso? Y si lo conociera, ¿podría quererlo en la misma medida en que quiero a su fantasma?<br />
Ahora ya es demasiado tarde. Ahora ya cambié, ¿cómo voy a volver a encontrarme?</div>Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7875444052381350796.post-581282812313137122011-08-08T23:47:00.004-03:002011-12-05T11:50:18.938-03:00Recuerdos de Mar del Plata<div align="justify">
El frío y el humo de los cigarrillos me recuerdan esos días en Mar del Plata, tantos años atrás, ya no recuerdo cuántos. Cuando ahora pienso cuánto me aterra el frío, cómo odio sentirlo en mi cara, entumeciendo mis gestos, me doy cuenta cuán distinta era en ese entonces. Deambulando por calles heladas y desconocidas, sin miedos ni ambiciones, en la mera superficie de las cosas: mi mejor amiga y yo. Es extraño, pero no recuerdo ninguna conversación, ninguna palabra siquiera, las escenas transcurren en absoluto silencio en mi cabeza. Recuerdo la costanera, la rambla, las rocas y el invierno en compañía del mar. También recuerdo a ese chico que nos siguió una noche. Andaba en bicicleta y vestía un abrigo a cuadros negros y azules. Tenía un gorro que casi le cubría los ojos y la otra parte de la cara estaba cubierta por un cuello colocado a modo de bufanda y turbante. No alcanzo a entender cómo no sentimos miedo de que nos siguiera. Éramos inexpertas, quizás por eso no queríamos perder la oportunidad de chocarnos contra cualquier cosa que se asemejara a la turbia relación con el sexo opuesto. Así anduvimos por calles y plazas, mientras él nos acompañaba a cierta distancia. A veces lo perdíamos de vista, imbuidas en conversaciones que escaparon a la trascendencia, pero, inevitablemente, cuando volvíamos a buscarlo, ahí estaba, simulando que nuestros caminos se cruzaban por el simple azar de una ciudad minúscula. Recuerdo una plaza en que nos detuvimos a hamacarnos y hacer dibujos en la arena. Después de irnos, volvimos la mirada y vimos que nuestro desconocido se acercaba a ver las inscripciones cual se tratara de un mensaje secreto entre ambos. La escena final de mi recuerdo ocurre en la escollera, sentadas sobre las rocas, lanzando miradas furtivas al desconocido que se ubica unos metros más lejos, manteniendo su distancia. Se nos ocurre que quizás no se anima a venir a hablarnos a las dos, así que decidimos separarnos. Entonces me alejo por un rato y dejo a mi amiga sola con su humo. Cuando vuelvo, la distancia entre ambos persiste, pero ella me cuenta que él se acercó a pedirle fuego, y eso fue todo. Curiosamente la memoria se difuma en este punto, no recuerdo ni puedo imaginar siquiera cómo entablamos conversación. Sólo recuerdo que vamos andando juntos, caminando por esas calles heladas y desconocidas. Él nos habla de su cotidianeidad, de lo que escasea y lo que sobra. Aparecen en mi mente, desparramadas, palabras acerca de una novia celosa, la falta de trabajo, el odio a los turistas y los ñoquis del mediodía que amasó el mismo. Algo en su cara me habla de su marginalidad. En ese entonces, mi amiga y yo nos considerábamos marginales, sin entender que eramos ovejas descarriadas por gusto y capricho, pero abrigadas en el seno familiar. Y sin embargo, él estaba fuera de esos lugares comunes. Lo escucho hablar sin sonidos en mi memoria y me pregunto, con esta conciencia de adulto, ¿qué podría tener en común con ese chico para mantener un diálogo de más que monosílabos? Y sin embargo, no estoy aburrida ni quiero irme ni me evado pensando en otra cosa. Estoy presente en ese tiempo y lugar, como ya nunca más volveré a estar presente en entera conciencia y voluntad. Vamos caminando y nos reímos de los trasnochados que deambulan por la peatonal, orgullosos de nuestra insospechada cofradía. Vemos discos, contamos nuestras pocas monedas sólo para comprobar que no podemos comprar nada. El frío nos recorre las venas, pero es el frío de quienes no tienen identidad ni propósito. Calles y más calles desaparecen bajo nuestros pies, agotando el breve centro de Mar del Plata. Y no tengo miedo, no conozco el miedo de las páginas de policiales ni de las prédicas maternales. Nos despedimos al alba y ya no volvemos a verlo, o quizás volvió a seguirnos desde lejos y no lo reconocimos o no quisimos verlo. Hoy fumo y el mismo frío me recorre por dentro.</div>
<br />Nina Reginahttp://www.blogger.com/profile/09106556092817705645noreply@blogger.com4