sábado, 17 de octubre de 2009

Me asaltó una canción

Hoy, mientras paseaba sin rumbo por esta ciudad que no es la mía, me topé con una canción. Me segujo el ritmo lánguido, la cadencia de esa hermosa voz, y la letra, claro. Mientras daba vueltas por el parque seguía escuchando la canción y para cuando decidí irme, ya la cantaba, reinventándola cada vez. Se me quedó grabada esta frase: "cómo duele el esmero".
Pasó un buen rato y pensé que la había perdido, que ya la había sepultado en mi memoria para no volverla a encontrar, pero cuando me senté frente a la computadora para googlearla, apareció. De los amores, por Susana Baca.
Grato descubrimiento. Un guiño del universo? este tipo de episodios me cargan de inspiración. Ahí andaba, vagando sola, luciendo mi pseudo libertad pero con las cadenas por dentro, y me asaltó una canción. Me robó por un rato los temores y juicios, y me dejó cantando a viva voz en esas calles desconocidas. Cómo duele este esmero, pero cuánto vale.

viernes, 16 de octubre de 2009

Llegar tarde -a ningún lado-

"llegué tarde a muchas cosas. Que es algo que recomiendo mucho: recomiendo mucho llegar tarde. Fui como Don Fulgencio, fui muy viejo –muy muy viejo– entre los 10 y los 28. Agoté la vejez entre los 10 y los 28 y a partir de los 28, 30 decidí que iba a involucionar vertiginosamente" [Alan Pauls]

jueves, 24 de septiembre de 2009

Pasado y presente

Habrá algo rescatable de esta agonía cotidiana,
De este cerrar los ojos y experimentar el vacío,
De esta soledad creciente en mi interior?

Todo lo que anhelo se descompone en mis entrañas,
Este vivir en ningún tiempo, en ningún lugar,
Sino en la inquietante espera de lo que nunca llega.

Clarividencia inútil de lo insondable,
Libros quemados en la hoguera de las vanidades,
Costumbres idiotas, vacío y nada.

Posibilidades que se agotan,
Calles sin salida,
El horror del tiempo comiéndose mi vida.

La tristeza me guía todavía.
Cierro los ojos y la dejo fluir.
Me inunda con su extraña belleza y me deja pasmada,
suspendida entre los cielos morados de los poemas.

Y no hay nada que agregar (o así parece).
¿Qué dirá la posteridad de estas palabras incomprensibles,vedadas de significado?
Cuántas letras muertas, cuánto espíritu derramado!

martes, 11 de agosto de 2009

Se dice de mí...

(título muy random)

Estoy pasando por un momento de extrema ansiedad. No puedo parar de comer. De hecho, lo único que hago es pensar en qué más puedo comer para sentirme más descontrolada, indisciplinada y al borde del colapso nervioso. En el transcurso de unas pocas horas comí: muchas galletitas, una naranja, unas patitas de pollo, un alfajor, un barrita de cereal, y ahora estoy empeñada en acabar con una bolsa de fajitas. Dios, siento asco de mi misma, pero pareciera que sólo puedo pensar mientras mis dientes trituran algo comestible. Estoy haciendo todo mal, pero hasta que no llegue al fondo, no voy a detenerme.
Haciendo un poco de psicología barata, diría que canalizo la ansiedad de esta manera porque comer es una de las pocas cosas que puedo controlar en mi vida. Yo decido: si quiero matarme comiendo, lo hago. Nadie puede impedirlo. Pero también me queda el sabor amargo de que lo hago para castigarme, lo hago acarreando una profunda convicción de falta a cierto deber o responsabilidad. No me permito comportarme de esta manera (pero igual lo hago, porque soy una tipa jodida y me gusta llevarme la contra). Sentido del deber, presente en el trasfondo de todos mis problemitas.
También me sorprende lo versátiles que son mis emociones: me levanto en paz, después de haber meditado en mis ideales de vida ascendente, estoy en armonía conmigo misma y con el resto, y, de repente, estoy así: no entiendo lo que hago, me aburro, quiero dejar de pensar...y como, no puedo parar de comer. ¿Qué pasó en el medio? no lo sé, no me lo explico. Quizás no todo estaba tan bien como pensaba, desde un principio. Quizás se me escapó alguna grieta, que me olvidé de emparchar ayer, y ahora todo se desmorona. Pero, ¿por qué será tan difícil "traerse al hoy cada mañana"?
Para sumar elementos extraños al caso, hoy estuve leyendo y tomé nota de esto: "La vida ascendente exige una vigilancia de todas las horas...Toda concesión, en el orden moral, produce una invalidez; todo renunciamiento es un suicidio" (José Ingenieros, Las Fuerzas morales). ¿Qué clase de cortocircuito tengo en el cerebro para pasar de la admiración por estas máximas a este estado de ser errático, falto de motivación y disciplina?

miércoles, 29 de julio de 2009

Martes

Oh no, necesito hablar con alguien, necesito hablar con alguien, necesito hablar con algo, necesito, necesito.
Un beso por Kabul. Sensaciones encontradas. Hoy me siento un poco asqueada e incierta, no sé cómo continúa esto. Nunca supe.
Sólo quiero ser fiel a mí misma.

viernes, 17 de julio de 2009

Acerca del éxito

Me pregunto por qué siempre me desagradó la idea del éxito. Siempre me sentí al margen de esas nociones tan blanquinegras, de esas dicotomías ganador-perdedor, como si me pudiera plantar por encima de eso, mirar hacia abajo y reirme de todo. Y recién ahora me desayuno con esta sensación: NO PUEDO. Soy un engranaje más en esta maquinaria y, mientras lo sea, ganar y perder nunca van a estar en el mismo plano.
Nadie me enseño a ganar, a desear ganar, a tener hambre de gloria (puaj) y ahora siento como si hubiese recibido una inspiración profética del más allá: es importante ganar! La experiencia de ganar te fortalece, extiende tus fronteras, te demuestra que se puede hacer algo más con esta masa de tiempo amorfo que te fue concedido. No se trata de ganar para ser mejor que otro, es ganar para ser mejor uno mismo. Y yo acá, esperando como una pobrecita al costado del camino que alguien me convide con una migaja de su éxito, sólo porque soy tan superior que me rehúso a jugar el juego. Dios, que alguien me golpee por favor!
Seguramente esto es uno de esos efectos colaterales de mi crianza cristiana (toda esas ideas sobre los últimos serán los primeros, bienaventurados los pobres en espíritu, etc, etc). Moral mal aprendida. Es necesario ganar, es importante pelear por lo que uno quiere, no todas las fichas del rompecabezas caen en el lugar indicado porque las guía la mano mágica del libre mercado!
Yo nunca quise nada para mí, nunca peleé por nada ni por nadie, siempre confié en que "tiempo y ocasión acontecen a todos". Ingenua.
No sé para qué escribo todo esto, pero la revelación me llegó como una cachetada y tenía que vomitar un poco.

"If you want something in life, reach and grab it"

miércoles, 8 de julio de 2009

Sebastián y los muros esenciales



Ella me dice Sebastián cuando quiere poner distancia. No funciona, porque su voz pronunciando mi nombre sólo me despierta a la única imagen que conozco de ella.
Se sienta en el suelo y lee, cruzadas las piernas sobre el imaginario tatami. Me dice: "Eso no está bien, Sebastián" y sé que alarga mi nombre al pronunciarlo porque le produce placer, un placer irritante. Dice que quiere recuperar el tiempo perdido, que quizás es la chica de 20 años la que habla conmigo ahora. Le digo que puedo ser el joven llamado cuervo, si quiere. O el muchacho de Kafka en la orilla del mar. "No importa cómo ordenes tu colección de metáforas, siempre serán sólo espejitos de colores", me dice. Pero, en realidad, se lo dice a sí misma.
Aunque proteste, sé que le agrada mi compañía. Porque no modifico su esencia. Acostumbrada a estar sola (hija única, padres muy mayores), no conoce ni entiende lo que significa compartir el tiempo con otros. Siempre se siente modificada ante la presencia de los demás. Observada, como si fuese parte de un experimento. Y pronto se queda sin respuesta. Pero conmigo, no. Porque soy un apéndice de su persona.
- La gente sola me asusta, Sebastián. Hay un arrastrar los pies, un gesto artificial de entereza, un mirar hacia adelante con fingida esperanza. Es algo noble, pero profundamente triste. La gente no es sola porque las circunstancias así lo determinen. La gente es sola porque tiene sus ojos vueltos hacia el interior. Y allí dentro, todos estamos solos.