lunes, 31 de agosto de 2020

Recuerdos de Ana

 

Conocí a Ana en el Conservatorio, las dos estudiábamos piano y nos habremos cruzado en alguna clase de materias que ya no recuerdo. Ana siempre tuvo una personalidad un poco nerviosa, desordenada, algo tímida pero determinada. Era muy bajita, imposible adivinar su edad (algunos años mayor que yo) y tenía un rostro que a veces pasaba por tener algún retraso leve, algo que descarté luego de conocerla. Con ella transcurrimos muchos años en el Conservatorio, toda nuestra adolescencia iniciática. Al enterarme hace unos días de su fallecimiento, empecé a recordar esa época tan lejana que ya parece otra vida. Ana siempre supo que la música sería su eje y le dedicó su vida, como docente y eterna estudiante. Pasó por muchos contratiempos, el dinero no le alcanzaba para vivir sola y tuvo que volver a vivir con su madre. Tenía una salud un poco frágil, perdía la voz constantemente y hace unos años tuvo un episodio médico complicado que ya no recuerdo bien, una especie de desmayo sin explicación. Sólo recuerdo que cuando lo conté en mi casa, mi viejo preguntó si Ana se drogaba. Obvio que no. Ana tuvo una vida bastante monástica, no era particularmente atractiva y sus maneras nerviosas eran un poco desalentadoras. Además, si bien tenía curiosidad por las relaciones de pareja, y me consta que intentó conocer hombres y salió con algunos en varias etapas de su vida, creo que tenía miedo de la carnalidad. Parecía querer preservarse, no cruzar cierta línea. Ahora que lo recuerdo, tenía la certeza de que no podría tener hijos (aunque nunca le pregunté por qué). Aún en su relativa soledad, siempre me impresionó su voluntad para superarse. Hacía cursos de todo tipo, asistía a clubes de cine sin conocer a nadie, se sumó a un coro, hizo teatro. Buscaba un lugar de pertenencia. Después de que dejé el Conservatorio seguimos viéndonos periódicamente por un tiempo, aunque ya no teníamos mucho en común. Recuerdo que solíamos juntarnos a tomar un café y ella se despachaba largamente hablando acerca de su trabajo como docente, quejándose de los otros docentes, de los alumnos incontrolables, etc. Yo asistía al monólogo sin decir demasiado. Cuando era mi turno de hablar, en respuesta a la pregunta. "y vos cómo estás", siempre decía lo mismo: bien, trabajando, como siempre. A veces me parecía que verla era una especie de homenaje a los viejos tiempos y nada más, ninguna de las dos obtenía demasiado de nuestros intercambios, pero de alguna manera quise seguir viéndola porque ella parecía necesitar esas salidas. Siempre firme en su propósito de mantener su vida poblada de personas y asuntos. En los últimos años nos vimos muy poco, mayormente intercambiábamos mensajes que se reducían a un "hola cómo estás" de su parte, seguido de un "todo bien Ani, vos qué contás" de mi parte y luego algún comentario más o silencio. El mismo episodio se repetía una vez por mes o cada varios meses. Siempre por su iniciativa. Justo antes de su fallecimiento, volvimos a hablar. Esta vez decidí contarle que estaba de novia, para tener algo de qué hablar, pero con temor de que esto la pusiera triste o la hiciera sentirse más sola. Me dijo que qué bien, qué bueno que resultó esa relación (conocí a Leandro en una app de citas). La conversación quedó en eso y al otro día ella la retomó preguntándome si él era bueno y si estaba contenta. Le dije que sí era bueno y sí estaba contenta, pero que lo conocía hace poco. Eso fue lo último que nos dijimos. Días después me enteré de casualidad de que había muerto. Tuvo una embolia pulmonar que le ocasionó un paro cardíaco. En plena pandemia, nadie pudo despedirse de ella. Al enterarme y volviendo sobre los pasos de nuestra amistad, pensé en esa vez que me quedé a dormir en su casa después de un concierto que terminó tarde y charlando le dije que sentía que la vida de todos quienes conocíamos cambiaba, pero las nuestras seguían siempre igual, sin mayores contratiempos ni grandes emociones. Hasta ese momento yo no había roto el cascarón. Creo que Ana tampoco rompió el suyo, pero vivió en él con entusiasmo y optimismo. 

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