Soñé que encontraba un gato gordo en la calle, era realmente peludo y
hermoso. Me acerqué y noté que era muy inteligente, parecía cantar. Luego me di
cuenta de que de hecho cantaba, pronunciando las palabras humanas un poco
torpemente. Desde ese momento quise quedármelo. Lo llevé dentro de una especie
de teatro que estaba enfrente y lo alcé, sosteniéndolo como a un niño que no
sabe caminar. Lo paseaba orgullosa, lo llevé hasta un lugar donde debía
encontrar sus documentos. Él se comportaba como un niño curioso. Sentía una
gran satisfacción con mi niño gato. Es la primera vez que experimento algo
cercano al deseo de ser madre.
1 comentario:
Que buen sueño.
Y que agradable el gato onírico.
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