domingo, 3 de junio de 2012

Breve e inútil

En mi infierno personal, todas las canillas gotean, todas las luces están encendidas y los sentidos no se pueden apagar.
Las manos siempre tiemblan y todo lo que escucho es un halago repetido que no puedo aceptar.

2 comentarios:

Diego dijo...

El halago puede ser una perversa forma de humillación, pienso ahora. Soterrada, y por eso, bien maligna.
Saludos.

Lauro Digifico dijo...

Un halago que uno no puede aceptar es más doloroso y triste que el peor de los insultos.