¿Cómo explicarlo? Soñé (dormida o despierta, no lo recuerdo)
que las palabras formaban huecos en el espacio-tiempo y tenían otro
significado. Mientras trato de relatar esto, no puedo desprender de mis retinas
la imagen del árbol que veo por la ventana de mi cuarto y sus ramas agitadas
por el viento. Ahí estaba cuando empecé a escuchar las voces, subiendo por
entre las hojas, mezcladas con los ruidos de la calle. No alcanzaba a oír la
conversación, pero sus silencios me hablaban en un idioma gutural. Por
momentos, era como si las palabras fueran divididas clínicamente en pedazos y
tanto sus sílabas como los espacios entre ellas formaran parte de un nuevo lenguaje,
junto también con los sonidos de las cosas naturales, artificiales e
imaginarias. Y esas nuevas palabras (si así cabe denominarlas) penetraban todas
las dimensiones del espacio-tiempo hasta los orígenes de la historia, el
universo o lo que sea que nos contiene, para acercarme su sentido primigenio y
nefasto. Así fui y volví, tratando de componer mapas de lo audible y lo no
audible, dejando que su rastro me lleve atravesando las cuerdas hasta el origen
o el final (si los hay, seguramente son lo mismo).
No puedo reproducir lo que escuché, porque haría falta
expresarlo con esos mismos símbolos y lamentablemente no puedo jactarme de
haber aprendido a utilizarlos en los pocos minutos que duró este ensueño. Pero hay
un entendimiento en el fondo de mi conciencia y es algo así: la vida es sólo en
este mundo y no por mucho tiempo.