Luego de fallar otra vez con C, me fui a dormir
medio borracha y frustrada y soñé que se me caían los dientes. Prolijamente, 5
dientes. Yo estaba en un lugar extraño al que me habían mandado a hacer un
trabajo. Habían improvisado un escritorio en una especie de depósito, rodeado
de cajas, pero también prolijo en su desorden. Subí algunos pisos para inspeccionar el lugar, todo estaba medianamente ordenado. Luego llegó este hombre con patas
de demonio, gruesas como culo de botella, y me preguntó si estaba todo en
orden, le respondí profesionalmente que todo me parecía razonable hasta el
momento. Me dijo que al último piso sólo accedería a partir de las 10 de la noche
y descalza.