Me paseo entre la procesión de almas. Sonrío, cierro los ojos y trato de sentir lo mismo que ellos, pero mi cuerpo no se estremece, mis piernas siguen erguidas en el suelo y mi cuello no cede a la pequeña muerte. (me equivoco, porque no busco la muerte, sino la resurrección)
Alguien grita que es el momento de la Unción (ahora! ahora!) y mi mente y mi cuerpo intercambian expresiones confusas. Aún así, de alguna forma me siento cómoda en esta comunión de vaginas estoicas; puedo volver a mi casa, inmune, lavada y planchada, a ensuciarme con estas letras.
Me pregunto si habrá algún lugar, alguna vez, donde pueda reconciliar todo esto. No se me ocurre nada mas triste que morir sin entender.
1 comentario:
Si Lauro estuviera aquí, vos sabés qué te diría con respecto a ese lugar.
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