viernes, 6 de enero de 2012

Apostasía


Ojalá que sigas negándome el amor, ojalá que sigas colmando mis días de ilusiones baratas y remedios caseros. Ojalá que no te de vergüenza verme excitada por la posibilidad, sabiendo de antemano que estaré mordiendo el polvo de la desilusión poco tiempo después. Quiero que me veas, desnuda, anhelante, cuando no encuentro sosiego y el mundo gira vertiginoso dentro de mi mente, y me río y bailo y me embriago. Quiero que veas también esta callada resignación, esta muerte súbita, estas lágrimas petrificadas en el interior de mis párpados.
Ojalá que sigas deteniendo mis días en esta absurda incertidumbre, que nunca me des garantías ni explicaciones. Ojalá que nunca me dejes tener lo que quiero.
Así sabré que no te debo nada.

2 comentarios:

El Gaucho Santillán dijo...

La reflexiòn del final es soberbia.

Excelente texto.



Un abrazo.

Doctor Kaos dijo...

¿Es ese el camino del resentimiento, luego de arder nuestro cuerpo en el fuego de nuestro propio odio? ¿Es esa la única dignidad que nos queda, la del que sufre y lleva su carga como un orgullo?

Ah, el amor...